Secretario General del Comité Central del Partido Comunista Paraguayo
¿Qué tanto con robar un banco, en relación a fundarlo? nos decía el poeta, dramaturgo y militante comunista Bertolt Brecht, para referirse a los banqueros que, estafando y aprovechándose de las necesidades de mujeres y hombres, a través de la usura, y/o de otras actividades ilícitas, fueron acumulando capital para fundar bancos y legalizar ese aprovechamiento, dándole valor al dinero para seguir robando “legalmente”.
El pasado martes, la Cámara de Diputados aprobó una Ley de Financiamiento político en donde se deja de lado a la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero (SEPRELAD) en el seguimiento y control del dinero sucio, además de plantearse que el control será solo para las elecciones generales y acotado a candidaturas a la presidencia y a la gobernación, dejando de lado el control para candidaturas al parlamento o a las juntas departamentales, además de no incluir a candidaturas a elecciones municipales.
En realidad, con un Estado narcomafioso, cuyos Poderes e instituciones están secuestrados por la narcopolítica, plantearse una ley de financiamiento para cuidar la influencia del dinero ilegal en las elecciones, suena como una broma perversa. En las condiciones del capitalismo actual, es imposible separar a la mafia y a la corrupción de su funcionamiento. De modo que, plantearse honestidad y transparencia implica derrocar al modo de producción capitalista. Y digo esto como verdad objetiva.
También el martes, el conocido locutor radial Enrique Vargas Peña, dijo que los pobres que no puedan tener una cuenta bancaria no deberían poder candidatarse para cargos electivos a nivel general ni municipal. Vargas, que como siempre, ha privilegiado su performance como una especie de actor de telenovelas o de programas faranduleros, sobreactuando para gritar y dramatizar situaciones, buscando despertar el morbo y así sostener su audiencia, hizo una demostración más de la intolerancia y el odio a los pobres, reivindicando la censura a una clase social que busque representar y defender sus intereses.
Lamentablemente, todas esas patronales parásitas que se enriquecen con la especulación financiera y la explotación de la clase trabajadora, tienen a bufones como Vargas Peña, para desviar la atención sobre problemas y posibles soluciones de fondo, espectacularizando la desgracia y engañando respecto a la necesidad real de confrontar y derrotar a las patronales para superar la explotación del ser humano por otro ser humano, hoy dominada por la dictadura mafiosa que, mientras el capitalismo siga reinando, seguirá organizando elecciones al mejor postor, a platazo sucio.