El día que EE.UU. casi usó armas nucleares contra China
Eran otros tiempos y otras temperaturas políticas. Dwight Eisenhower, héroe de la WWII gobernaba EE.UU. y su VII flota se pavoneaba ante las aguas limítrofes de China en donde reinaba Mao Tse Tung, o Zedong como quedó para la posteridad. Taiwán era un carozo atascado en el gañote de Pekin (hoy Beijing), que soñaba con recuperar la isla y borrar del mapa al díscolo general Chiang Kai-shek que se había refugiado allí en diciembre de 1949, tras el final de la guerra civil y la proclamación de la República Popular China. Esta idea fija del padre de la China comunista atravesó décadas durante las cuales hubo picos de tensión no sólo diplomática sino literalmente bélica, con ataques episódicos desde el territorio continental a los primeros anillos defensivos del bastión que por un tiempo se conoció como China nacionalista.
La crisis del estrecho de Taiwán tuvo su punto máximo de intensidad a mediados de 1958, cuando baterías costeras de China roja abrieron fuego contra instalaciones militares nacionalistas en la isla de Kinmen (puerta dorada) más conocida como Quemoy. El bombardeo continuó durante semanas y hubo momentos durante los cuales, el estado mayor conjunto norteamericano estudió los alcances de una potencial invasión comunista a las islas periféricas de Taiwan, Quemoy entre ellas. Ante semejante perspectiva, Washington consideró seriamente el uso disuasivo y limitado de armas nucleares contra China roja, que aún no había desarrollado su propio arsenal atómico. El limitante de aquella decisión fue la aún sólida amistad Mao-Kruschev. Cualquier represalia, en consecuencia, la ejecutaría el Kremlin que ya contaba con ojivas termonucleares al lado de las cuales, la bomba de Hiroshima era un simple cebollón o un tres por tres. En octubre de 1958 se alcanzó un cese al fuego y la tensión bajó a nivel normal.
En el presente, los sobrevuelos intimidatorios sobre el espacio aéreo de Taiwán han recrudecido. Esto ocurre tras las repetidas advertencias del presidente Xi Jinping quien prometió que emplearía todos los medios necesarios, incluyendo el uso de la fuerza, para reintegrar Taiwán a China continental.
El síndrome de Quemoy vuelve a asomar en el horizonte tras 63 años. Pero esta vez, el tigre asiático tiene dientes nucleares. Y parece estar decidido a usarlos si se lo provoca lo suficiente.