Con un alma emprendedora que siempre busca dar un paso más, Gabriela Berdichevsky es el cerebro de Kikimelow, un emprendimiento que nació por necesidad y que creció a tal manera de ser una de las tiendas referentes en cuanto a vestimenta femenina.
Gai confesó que con el local, emprender no fue una decisión, sino una necesidad. Tenía 19 años, decidió independizarse y los gastos del alquiler, agua, luz, facultad, auto, comida, entre otros, no alcanzaba a cubrir todo con su salario.
“Necesitaba hacer algo al respecto. En principio no sabía qué producto o servicio ofrecer, hasta que José -mi esposo y socio- me dijo algo que me marcó: ‘No hace falta que elijas algo súper exclusivo y que sea único. Primero, empezá con algo que te guste mucho, que puedas explicar y conozcas’. Eso hizo que me replantee muchas cosas y terminé optando por empezar revendiendo calzados, ya que desde niña tengo una debilidad por los mismos”, refirió.
Gozaba de una gran colección de zapatos. Recordó que cuando tenía 4 años, se probaba todos los zapatos de su abuela y gracias a eso decidió apostar por dicho rubro.
AMOR POR EL TRABAJO
“Me entregué día y noche a mi emprendimiento. Me di cuenta que era lo que quería porque no importaba cuantas horas estuve trabajando para la empresa en que me encontraba, ni las horas que pasé después en la facultad, llegaba a mi departamento a las 23:00 y me ponía a preparar fotos, responder a mis clientes y coordinar los pedidos. No importaba si eran las 3:00, yo seguía con mucha fuerza y dedicación”, afirmó.
Consultada sobre qué cree que la gente elige a Kikimelow, expresó que por el cariño que brindan, además de que transmite a los asesores de venta que deben tener empatía, que el cliente es un ser humano de carne, hueso y por sobre de todo, lleno de emociones.
“Creo que la gente siempre recuerda los sentimientos o experiencias que tuvo en un lugar, y me pone contenta saber que vuelven por la atención”, aseguró.
DESAFÍOS
Mencionó que al principio tuvo muchos desafíos que se presentaron, ya que si bien amaba los calzados, no tenía conocimiento de por dónde empezar a contactar con proveedores, ni contaba con dinero para invertir.
“Empezamos desde cero, todo inició desde la cuenta de Instagram. Cuando concretábamos la venta, como yo trabajaba y estudiaba de lunes a sábados, no podía retirar los pedidos ni realizar las entregas, por lo que suerte, José y mi mamá se encargaban cuando yo no podía, que era la mayoría de las veces”, agregó.
Relató que luego cuando lograron juntar un pequeño capital, optaron por realizar sus calzados diseñados por ellos mismos con mano de obra nacional, pero lastimosamente no resultó debido a que la fábrica terminó vendiendo sus diseños a zapaterías más grandes y conocidas en su momento.
Otro de los desafíos se dio cuando las clientas preferían pasar a retirar el producto y necesitaban un lugar físico para atenderlas. Ni mencionar las adversidades del 2020, a niveles más importantes, como financieros, debido a todo lo sucedido con la pandemia, y por si no fuese poco uno, de los más recientes fue el robo de uno de sus depósitos por un monto considerable.
PROYECCIONES
Berdichevsky indicó que para el 2021, primeramente anhelan y luchan por mantener los puestos de trabajos de todos sus colaboradores, que son personas jóvenes que precisan el sustento para sus familias y seguir estudiando.
“Nos gustaría llegar a más personas no solo con ‘locales físicos’ sino ver otra manera de tener más alcance a todo el país, pero proyectándonos en un panorama más estable, mi respuesta sería expansión de productos y servicios, abarcar más sectores de la mujer moderna. Un lugar en el que ‘ella’ lo encuentre todo”, concluyó.