viernes, abril 25

El retorno del racismo y del odio

Existen muchos ismos en el mundo que sirven para  separar más que integrar a la comunidad de cualquier lugar. El racismo es el odio, rechazo o exclusión de una persona por su raza, color de piel, origen étnico o su lengua, y le impide el goce de sus derechos humanos en cualquier lugar, momento o condición por quien o quienes se sientan superiores por tener un origen racial distinto al discriminado. El masculinismo se refiere a las ideologías patriarcales generalizadas de dominio cultural masculino, que configuran las tradiciones geográficas, los temas de investigación y la producción de conocimiento de maneras que excluyen, marginan y silencian otras perspectivas e interpretaciones. 

Debemos entender que el machismo u orgullo exagerado de la masculinidad ya que  este último concepto se define como el conjunto de atributos, valores, comportamientos y conductas que son características del hombre en una sociedad determinada por tradiciones, creencias religiosas o culturales que habitualmente denigran o discriminan al género femenino, no confían en su capacidad y no lo integran a trabajos para y por la comunidad.

Cuando pensábamos que el racismo era algo de ayer, más todavía algunos piensan que por el tono de piel, idioma que hablan y forma de ser son superiores o distintos a grupos sociales específicos. No tenemos ojos detrás de nuestras cabezas, por eso no podemos vivir referenciandonos en errores humanos del ayer. Ya pasó o murió y no debemos permitirnos reutilizar referencias groseras de lo que algunos han hecho a grupos humanos específicos por la sencilla razón de cómo lucían cómo lo que pasaba en los EE.UU  hace sesenta años contra la comunidad afroamericana que de aquel triste episodio hasta ahora en dicho país las cosas han cambiado ligeramente. 

El retorno al odio

Porque desde los discursos fascistas del periodo de entreguerras hasta los de Donald Trump, los odios xenófobos, antifeministas y homofóbicos trabajan juntos y se refuerzan mutuamente. Esto es algo cómodo para seguidores del primer mandatario estadounidense, que discretamente va estableciendo nuevas formas de mirar y tratar a quienes formen parte del grupo LGBTQ, sean mujeres, orientales, morenos o seres humanos con características físicas y mentales particulares. Seres vivos que aún con senos, pelo largo, tono de voz más agudo o viéndose distinto a la mayoría en cualquier país del mundo seguirá respirando el mismo oxígeno y consumiendo la misma agua que todos donde y cuando sea. 

En cuestión de semanas, la lista negra ya había circulado por todas las universidades e instituciones estadounidenses. Ella asocia las palabras y siglas «antirracismo», «discriminación», «feminismo», «género», «LGBT+» y «salud mental» como temas «a evitar «, según el New York Times , desde que la administración Trump publicó, el 21 de enero, su orden ejecutiva eliminando políticas a favor de la diversidad, la igualdad y la inclusión de deerminados grupos sociales a proyectos que los relscionen con lo que ocurra en la comunidad de donde sea. 

EE.UU tiene mucho que compartir para el mundo en relación a lo que hizo y hace para integrar a personas de distintos orígenes raciales, tendencias religiosas, políticas y sexuales  por la cantidad y diversidad de habitantes que posee ese país norteamericano. Todo eso nos ha demostrado lo positivo que trae consigo el integrar a todos en proyectos comunes, trabajando con las fortalezas que posea cada persona en una tarea específica, evitando la existencia de malos ismos, que si perseveran pueden generar dilemas en las relaciones interpersonales. O en el ámbito  del equipo laboral, académico o donde existan y pretendan trabajar hombres, mujeres, adultos, niños, discapacitados y personas que no reúnan las características físicas o psicológicas de cualquier mayoría donde sea. Hay mucho por hacer y mas en estos tiempos del odio y la división.