El Ministerio de Relaciones Exteriores informó sobre la ceremonia de inauguración oficial de la Plaza Iberoamericana en la ciudad de Sídney, donde también se realizó el develado oficial del busto del Mariscal López.
Mariscal López nació el 24 de julio de 1827 en Manorá, Asunción. Fueron sus padres Don Carlos Antonio López, primer presidente constitucional de la república del Paraguay, y doña Juana Pabla Carrillo de López, miembros de una aristocrática familia paraguaya. Francisco era el mayor de cinco hermanos: Inocencia, Venancio, Rafaela y Benigno.
El acto reciente contó con la presencia de representantes de la alcaldía de la ciudad, entre los cuales cabe destacar la presencia del concejal Robert Kok, quien asistió en representación del Lord Mayor de la ciudad de Sídney, como así también el decano del Cuerpo Diplomático latinoamericano acreditado en Canberra, embajador de México, Eduardo Peña Haller.
Estuvieron presentes los embajadores de Argentina, Chile, Ecuador, Cuba, Colombia, El Salvador, Guatemala, Panamá, Perú y Uruguay, además de los embajadores del Reino de España y de Portugal. Igualmente, participaron los representantes del cuerpo consular acreditado en la ciudad de Sídney, los representantes de la Asociación de Paraguayos en Sídney, los miembros de la comunidad paraguaya e iberoamericana, y los miembros de la prensa local.
En dicho acontecimiento, realizado de manera conjunta entre la Embajada paraguaya y el Comité de la Plaza Iberoamericana de la ciudad de Sídney, el jefe de Misión, Armando Fernández Galté, presentó al busto del Mariscal Francisco Solano López Carrillo ante los distinguidos invitados y miembros de la comunidad iberoamericana presente, resaltando la figura de nuestro héroe máximo.
Además, destacó la importancia de este espacio de relevancia histórica y cultural que contribuye a marcar la presencia del Paraguay en Australia. Asimismo, hizo especial mención a la labor y a las gestiones de los colegas que lo antecedieron en el cargo, los entonces jefes de misión Esteban Bedoya y Fernando Acosta, quienes en su momento contribuyeron enormemente para el logro de este objetivo.
Como acto final, se procedió a depositar una corona de flores con los colores de la bandera paraguaya al pie del busto inaugurado.
Entendiendo la historia, en 1864 se inicia el conflicto de la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay y ya en el año 1865, el Congreso Paraguayo lo nombra Mariscal de los Ejércitos y en aquella ocasión nuevamente juró diciendo: “Juro defender a costa de mi vida”, cuando le entregaron el Pabellón Nacional. Durante la Campaña de la Cordillera, estando en su Noveno Puesto de Comando, en Azcurra, en junio de 1869, escribe una carta a su hijo Emiliano, quien se encontraba en los Estados Unidos. En una parte de su escrito señalaba: “si la patria se salva, todo estará salvado, más si ella cae yo caeré con ella y entonces tu hijo querido serás, como te lo he dicho antes, el sostén de tus tiernos hermanitos y que deberás cuidarlos, aunque sea labrando la tierra”. Es así que llega el 1 de marzo de 1870, donde es asesinado el presidente de la república del Paraguay. En víspera de aquella batalla, había pronunciado su proclama diciendo: “Si los restos de mi ejército me han seguido hasta este final momento es que sabían que yo su jefe sucumbiría con el último de ellos en este mi último campo de batalla. El vencedor no es el que queda con vida en el campo de batalla, sino el que muere por una causa bella. Seremos vilipendiados por una generación surgida del desastre y que llevará la derrota en el alma y en la sangre como un veneno, el odio del vencedor. Pero vendrán otras generaciones que nos harán justicia, aclamando la grandeza de nuestra inmolación. Yo seré más encarnecido que vosotros, seré puesto fuera de la Ley de Dios y de los hombres y se me hundirá bajo el peso de montaña de ignominia. Pero llegará mi día y surgiré de los abismos de la calumnia para ir creciendo a los ojos de la posteridad, para ser lo que necesariamente tendré que ser en la página de la historia”. Aquella proclama fue premonitoria.
Es así que el Primer Triunvirato, encabezado por Cirilo Antonio Rivarola, sacó un Decreto Ley poniéndole al Mariscal fuera de la ley de Dios y de los hombres, considerado como el enemigo de la raza humana. Pero en el año 1936, durante el gobierno del coronel Rafael Franco, fue reivindicado el nombre del Mariscal y fue elevado a héroe máximo de la nacionalidad paraguaya. Y sus restos fueron trasladados al Panteón Nacional de los héroes, siendo el primer héroe en ocupar ese sitio sagrado de la patria.