En el país vemos como hemos avanzando en el empoderamiento de mujeres, ocupando cargos estratégicos dentro las instituciones públicas y privadas.
Las mujeres con su deseo de superación dan lo mejor y se construyen día a día, algunas se encuentran sola con sus hijos como jefa del hogar y jefa en el trabajo, los esfuerzos son admirables, demostrando la capacidad suficiente para salir adelante ante las adversidades, sin embargo, en el ámbito laboral nos encontramos con ciertas dificultades que se vuelven como un gran desafío de ocupar cargos de niveles jerárquicos altos y tener en situación de dependencia a hombres machistas que aún les cuesta aceptar recibir y acatar instrucciones de una mujer, con la mentalidad machista, en algunas ocasiones, protestan, se quejan, otros callan y hacen oídos sordos, desacreditan nuestras opiniones e ideas por el solo hecho de ser mujer. Nos tratan de histéricas, expresan ciertos comentarios como: Porqué no se queda en su casa a planchar, cocinar, atenderle a sus hijos, que nos faltan otras cosas.
En tal aspecto, hago la diferencia de hombres y me dirijo directamente a ese sector machista, sin desmeritar a los otros, debo admitir que varios de ellos están comprometidos en la lucha por la erradicación de la cultura machista, apoyan, respetan y dan el espacio a mujeres, entienden de la desigualdad que llevamos arrastrando por décadas. Me animo a felicitarlos.
Se ha demostrado que las mujeres en la alta dirección obtienen mayores competencias de liderazgo, se adecuan y se alinean positivamente en la cultura organizacional de la empresa, trabajan de manera exitosa en un equipo de trabajo, son reconocidas por hombres en cargos claves empresariales, entre otros aspectos que confirman la misma capacidad y desempeño entre hombres y mujeres.
Los datos reflejados desde el Ministerio de Trabajo en el tiempo de pandemia, se observó la cantidad de mujeres desempleadas, un golpe fuerte y cruel para muchas; además de esta desavenencia cuanto nos falta mejorar en la desigualdad e inequidad salarial que existe entre hombres y mujeres, en que las mujeres llevamos la de perder. Es importante el trato igualitario entre hombres y mujeres, sobre todo el respeto a los cargos liderados por mujeres en función a las tareas delegadas.
No somos superpoderosas, pero ahí vamos luchando para que nuestros derechos sean respetados y que nuestros esfuerzos sean valorados.
