jueves, mayo 15

El dinero sí te cambia / Félix Martín Giménez Barrios

Seamos honestos con los demás y con nosotros mismos, aceptemos que el dinero no
es solo un mecanismo de intercambio; es una herramienta transformadora. Aquellos
que aseguran que el dinero no cambia a uno, simplemente nunca lo han tenido en
tamaña abundancia alguna vez en sus vidas. La realidad nos dicta que, al poseer
riquezas, las prioridades y las relaciones se reordenan. La prosperidad económica
altera nuestra visión del mundo, el asunto es si ese hecho nos hace virtuosos o nos
corrompe.

Primero que nada, el poder económico en abundancia altera ciertas circunstancias que
en otra realidad jamás podríamos permitirnos. Ejemplos claros vendrían a ser: acceder
a una mejor educación, tener una vivienda digna, contar con un seguro medico de
calidad. El contar con riquezas, nos da el lujo de dejar de pensar en maniobras para
llegar a fin de mes, entonces podemos preguntarnos, ¿acaso la riqueza no impacta en
nuestra forma de pensar y actuar en quiénes somos?

Muchos podrían pensar entonces que el dinero en exceso solo saca lo peor de
nosotros, cuando en realidad el problema no es la fortuna como tal, sino las relaciones
que construimos con ella. El dinero puede potenciar lo mejor de nosotros, están
quienes lo usan para crear oportunidades de trabajo para la comunidad. Una persona
generosa con recursos limitados, posiblemente lo será aún más al contar con
abundancia, en ese caso, la frase de “el dinero revela quienes somos en realidad”
tiene algo de verdad.

No obstante, hay que reconocer que algunas veces, el dinero puede impulsarnos a
vivir de maneras cuestionables. El denominado como “Efecto Lucifer” es un concepto
acuñado por el psicólogo Philip Zimbardo (famoso por realizar el experimento de la
prisión de la universidad de Stanford) para explicar como situaciones de poder
absoluto pueden llevar a personas comunes a actuar con maldad. Las personas con
gran poder adquisitivo tienden a justificar su egoísmo, romper las normas y no mostrar
empatía.

Evidentemente, no se trata de que el dinero convierta de manera automática a una
persona bondadosa o común en un ser despreciable, sin embargo, sí actúa como un
catalizador que solo intensifica las tendencias preexistentes. Alguien egoísta
encontrará en el dinero una herramienta para alimentar su egocentrismo. Eso es un
hecho que no muchos están dispuestos a aceptar o reconocer, no les conviene
hacerlo.

Al final, el dinero es solo un espejo que refleja todo lo que ya teníamos en el interior.
Ya sea generosidad o egoísmo. La verdadera transformación no se encuentra en los
billetes sino en lo que hacemos con ellos. La fortuna económica transforma nuestras
vidas y la de los demás de manera tangible, influye en nuestras relaciones y
comportamientos. Por eso es por lo que debemos reflexionar, ¿qué queremos que el
dinero revele de nosotros?