Como todos los años, la Fundación Teletón recurrió a su tradicional maratón televisiva solidaria con el fin de recaudar fondos para las familias que asisten a sus Centros de Rehabilitación Integral en diferentes puntos del país. Por segundo año consecutivo no han llegado a su meta, lo que significa probablemente que el servicio que prestan deberá verse reducido al menos en cantidad de atenciones.
Y aquí es donde empiezan a hablar diferentes voces en redes, en radios y televisión, con críticas viscerales y construidas desde el desconocimiento, con un odio infundado principalmente hacia los artistas y periodistas que participan de la maratón televisiva, como si fuera que ellos son los beneficiarios finales de tantos esfuerzos que realizan más de quince mil funcionarios en todo el país.
La Fundación Teletón no solamente es muy transparente, realizando procesos de rendición de cuentas públicas varias veces al año, sino que el trabajo se ve en cada uno de los Centros de Rehabilitación Integral del país, donde las familias día a día construyen un camino de esperanza. Pero en las redes y en la opinión, no faltan los analfabetos funcionales con vinagre en la sangre que se dedican a expresar mensajes de odio contra las acciones que realiza Teletón, al punto de celebrar que cientos de familias se quedarán sin atención.
Le exigimos más a una obra solidaria construida con seriedad que al propio Estado paraguayo. Si todos esos energúmenos que critican sin siquiera conocer visiten solamente una vez un Centro de Rehabilitación Integral Teletón y a su vez una de las instalaciones de la SENADIS, verán el contraste entre las obras hechas con amor y la desidia de lo que viene de la parte de la carga pública.
Pareciera ser que como sociedad tenemos la habilidad de destruir todo aquello que ha sido construido por nosotros mismos, un disparo en el pie tras otro, como si fuera que detestamos nuestra propia existencia y eso nos impide ver que hay gente que hace el bien y quiere sumar. Nos merecemos todas las plagas bíblicas, porque realmente no se ve un solo esfuerzo colectivo que nos una para tratar de quitar a flote este barco que se hunde en la inmundicia de nuestras cloacas.
Creo en Teletón, porque visité, conocí, me informé, comparé. Si todo el país viviera con la dinámica que se vive ahí adentro, seríamos una potencia mundial, pero preferimos seguir apuntándonos al dedo gordo para ver si tenemos puntería.