Toda discusión con Argentina sobre la tasa que se quiere imponer al tráfico por la Hidrovía, tramo Confluencia-Río de la Plata, no va a transcurrir por canales de razonabilidad institucional. No hasta que cambie de signo político en la Casa Rosada.
El gobierno está hoy en manos del sector político más radicalizado, una organización que se conoce como la Cámpora, brazo operativo del kirchnerismo que responde verticalmente a quien ejerce el poder real en Argentina, la vicepresidenta Cristina Fernández viuda de Kirchner, cuyo hijo Máximo es el jefe de la organización.
Los entes públicos que más dinero mueven han sido cooptados por la Cámpora y convertidos en máquinas de financiar el clientelismo que sostiene el núcleo duro de votantes incondicionales y que asegura al kirchnerismo un piso electoral de entre el 20 y el 25% en cualquier elección. ANSES (jubilaciones), PAMI (seguro estatal de salud), AFIP (recaudación tributaria), YPF (combustibles), Aerolíneas Argentinas, Aduanas y otras entidades públicas son de dominio exclusivo de la Cámpora que se maneja con una razón de hierro: no es posible hacer política sin dinero. Esa necesidad de efectivo se exacerba ante el crecimiento sideral del asistencialismo. Según el organismo que coordina la política social (CNCPS), hay actualmente en funcionamiento 182 programas sociales.
Son 25.000.000 de personas que reciben algún tipo de ayuda. Este inmenso universo (el 53% de la población total de Argentina) es tan caótico, que un cruzamiento de datos solicitado por un exfuncionario gubernamental halló que 253.184 beneficiarios de planes sociales declararon bienes personales -o sea, son personas solventes- y que más de 35.000 dedicaron la ayuda social a comprar dólares-ahorro que el Estado vende al cambio oficial a particulares hasta un monto de US$ 200 mensuales.
Es imposible negociar nada con un Gobierno sumido en semejante caos institucional y necesitado de cantidades crecientes de dinero con el cual asegurar lealtades en tiempo electoral. Y las elecciones se aproximan.
La tasa a cobrar a los trenes de barcazas paraguayas que navegan la Hidrovía tiene ese destino y no otro. ¿Contraprestación de servicio? Eso jamás le importó al campo-kirchnerismo operativo, dispuesto a apretar cualquier botón con tal de recaudar.
Y los paraguayos estamos cayendo en la rodada.