Es muy posible que para fin de año, el servicio de internet sea puesto a prueba de manera contundente. Antes de declararse la pandemia, con el consiguiente cierre masivo de actividades, se hablaba de cuellos de botella, horas pico y demandas de servicio por encima de las capacidades de prestación de las operadoras. La cuarentena y el aislamiento han provocado un cambio general no sólo del comportamiento personal sino también una mudanza de modos de desempeñar oficios y profesiones.
El teletrabajo o homeworking ya era conocido y empleado en pequeña escala, sólo por aquellas empresas concebidas desde sus inicios en el modo digital o que fueron reemplazando algunas formas presenciales de trabajo por tareas a través de la red.
El COVID19 forzó a adoptar el teletrabajo ante la posibilidad de continuar operando pero sin presencia de su plantel de empleados a fin de observar los protocolos sanitarios. Muchos empresarios y trabajadores independientes cayeron en la cuenta de que era posible seguir trabajando no sólo con la misma eficiencia de antes sino además agregando algunas ventajas: traslados innecesarios con ahorro no sólo de combustible y pasajes sino también de tiempo y gastos en comida fuera de casa.
Esta experiencia forzada por las circunstancias estará siendo evaluada en sus ventajas y desventajas tanto en el sector privado como en la función pública. La educación a distancia, desde la primaria hasta la terciaria, va a sacar valiosas conclusiones y, según el nivel y complejidad de cada disciplina, irán incorporando las experiencias valiosas y desechando las que no lo son.
Las compras online con delivery son también toda un área bajo observación. Y es dable suponer que todas las actividades humanas, desde las esenciales hasta las recreacionales estarán siendo probadas en el “modo internet” para extraer conclusiones y adoptar nuevas formas de desempeño.
Se viene una nueva etapa para internet y tanto CONATEL, en su calidad de organismo regulador, como las operadoras de campo tendrán que realizar una evaluación a fondo del servicio, comprobar sus cuellos de botella y prever un posible estallido de la demanda.
Como se dice, la “nueva normalidad” expondrá a la luz, más que nunca, capacidades, falencias, proyecciones e imprevisiones.