La pandemia afectó a los niños y adolescentes del país en un alto grado. Los hogares en situación de pobreza, cuyas necesidades básicas ya se encontraban previamente insatisfechas, fueron los más perjudicados durante este tiempo.
Así lo indican los resultados preliminares de un estudio presentado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) bajo el nombre “La vulnerabilidad ante la pandemia: efectos de la COVID-19 en la situación de la infancia y la adolescencia en Paraguay”, desarrollado en conjunto con el Instituto de Ciencias Sociales (ICSO).
La investigación afirma que la pandemia intensificó un proceso de vulneración de sus derechos. Muchas familias fueron afectadas por la desaparición de sus ingresos debido a la elevada informalidad y a la condición de contacto personal vinculado a sus puestos de trabajo, poniendo en riesgo incluso la cobertura de las necesidades básicas y aspectos fundamentales como una adecuada nutrición.
Gustavo Rojas, oficial de políticas sociales de Uncief, comentó que la forma y los mecanismos por los cuales se dio el acceso a la educación a distancia han sido muy frágiles a lo largo de este tiempo, contrario de lo que podían ser las condiciones ideales, como contar con una computadora.
“El acceso que predominó en las familias más humildes es limitado y restringido, por medio del whatsapp como mecanismo de acceso, porque muchas veces los padres tienen un celular para todos y el tiempo de utilización de esa herramienta es corto. Eso también implica un costo adicional de créditos para que se siga utilizando la herramienta”, señaló.
Agregó que implica un costo de tiempo por parte de los familiares, un acompañamiento muy grande, y justamente los más humildes no tienen las condiciones o el conocimiento adquirido para darle una orientación básica a sus hijos.
“Sí se ha logrado una cultura equitativa de la llegada de la educación a distancia. El número de alumnos que han asistido a las clases online, según las encuestas en el auge de la pandemia, implica un aumento del 95%, o sea ese porcentaje ha tenido algún tipo de contacto con la escuela a distancia, pero las formas y las condiciones en que se d es el punto a considerar”, aseveró.
Apuntó que los padres han perdido sus empleos y el celular es la forma de contacto para buscar nuevas oportunidades, lo que implica compartir el aparato y que el uso sea limitado por parte de los alumnos.
“Las familias más humildes son las que sufren la mayor pérdida de conocimientos a lo largo del proceso porque al ser educación a distancia y no haber presencia permanente del docente requiere una atención extra por parte de ellos, quienes están en desventaja y tienen un menor bagaje de conocimiento. Un gran número de padres no ha podido servir de soporte y acompañamiento en el desarrollo de las clases por parte de sus hijos”, concluyó el especialista.
LOS DATOS
Según la “Encuesta permanente de hogares continua”, entre el cuarto trimestre de 2019 y el segundo trimestre de 2020, de la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC), el cierre de las escuelas y la educación no presencial pudieron haber incidido en la reducción de la proporción del total de la población adolescente inactiva que declaraba no buscar trabajo por tener que cumplir con sus obligaciones educativas.
“La participación de los adolescentes inactivos que alegan la condición estudiantil como razón de inactividad laboral se redujo de 67,7% a 45%, lo que podría indicar un efecto de desaliento de las medidas de confinamiento sobre la manutención de la condición estudiantil durante la pandemia. De igual modo, entre la población adolescente inactiva se elevó la participación de aquellos que justifican su condición mediante la afirmación de que no cree hallar trabajo (desde el 13,2% al 42,8%)”, acota el documento de Unicef.
El estudio señala que el deterioro de las condiciones económicas de las familias podría estar motivando a la población adolescente en situación de vulnerabilidad a buscar formas de ocupación que permitieran la generación de recursos adicionales para los hogares, poniendo en riesgo la continuidad de los estudios formales y el debido retorno a las aulas.
Además, el 17% de los consultados cree que las situaciones de violencia familiar aumentaron durante la pandemia. “Los derechos de los niños, niñas y adolescentes no solamente se vieron restringidos por la anteposición de medidas de seguridad sanitaria obligatorias, sino también por limitaciones en la ampliación de las políticas de protección social como forma de atenuar los diversos efectos de la pandemia en las familias, particularmente en las que ya se encontraban en riesgo o en condiciones de pobreza”.
En nuevo informe global que se lanzó por el Día Mundial del Niño, UNICEF advierte que la pandemia de COVID-19 tendrá consecuencias cada vez más graves para los niños.
El material, titulado “Evitar una generación perdida a causa de la COVID-19”, muestra que, si bien los síntomas entre los niños infectados siguen siendo leves, las infecciones van en aumento y las repercusiones a largo plazo sobre la educación, la nutrición y el bienestar de toda una generación de niños y jóvenes pueden cambiar sus vidas.
Los niños, niñas y adolescentes menores de 20 años representaban 1 de cada 9 de las infecciones por COVID-19 en 87 países con datos desglosados por edad, o sea, el 11% de los 25,7 millones de infecciones notificadas por esos países.
