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De Quo Vadis a The Passion

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Por Cristian Nielsen

En los días en que no había televisión, ni videocable ni mucho menos Internet con los recursos cuasi infinitos para ver películas y series, el cine era el pasatiempo popular favorito. Accesible y relativamente barato, ofrecía entretenimiento con novedades semanales.

Visto a la luz de la instantaneidad global de hoy, que una sala de cine ofreciera noticieros con hechos filmados semanas antes, parece un anacronismo inaceptable. Y sin embargo, era un platillo obligatorio en el menú de las salas de cine de los años ’50, ’60 y hasta ’70 en el Paraguay.

“El mundo al instante”, que casi siempre abría el segmento de “noticias”, era un producto de la agencia informativa alemana Universum Film AG (UFA), un conglomerado de industrias cinematográficas nacido durante la República de Weimar que llegó intacto hasta los días en que el régimen nazi lo absorbió para convertirlo en máquina de propaganda pro Hitler.

Otro “noticiero” que nos acechaba desde las pantallas de los antiguos cines del centro asunceno era el “NO+DO”, el “noticiario documental” de origen español. Contemporáneo del UFA, el NO+DO era un eficiente instrumento de divulgación del régimen de Francisco Franco. Un corto editado en 1961 –22 años después de finalizada la guerra civil- mostraba al ejército español formado para una parada en el Paseo de la Castellana, con soldados tocados con el casco “kraut” de los nazis, marcando el típico paso de ganso y saludando al “Caudillo”.

Naturalmente, había que soportar también el Noticiero Nacional, destinado casi en su totalidad a ensalzar la figura de Alfredo Stroessner y sus obras de progreso.

“Golden age”

Pero no íbamos al cine para ver “noticieros”. Los soportábamos como una suerte de purga antes del plato central, las películas.

Si todavía hoy creemos que el Paraguay está relativamente aislado, imaginemos el panorama en los años ’50 y ’60. Los estrenos cinematográficos tardaban en llegar y no pocas veces, con copias en muy mal estado, llenas de rayaduras y con un audio deplorable.

Aún así, hacíamos cola en los cines para ver grandes producciones que aún hoy siguen rodando en las cadenas y cables especializados en “cine de ayer”.

A mediados del siglo pasado había sólo una media docena de salas de exhibición. El “Victoria”, en Chile y Oliva, se destacaba por su edificio art deco, su platea y los dos “pullman” el último de los cuales era apodado “el gallinero”. Luego estaba el “Splendid”, una especie de pasillo alargado con equipamiento más que obsoleto.

Dos cuadras más arriba, en la calle Estrella, estaba el “Granados”, que a su sala cerrada añadía la novedad del cine-terraza, ideal para las caliginosas noches veraniegas. Y sobre la calle Colón, el “Roma”, que presentó la primera pantalla panorámica para ver superproducciones  con despliegue espectacular y parlanterío lateral que resaltaba el sonido estéreo.

Cuando el hotel “Guaraní” estuvo operacional, se agregaría más tarde el cine en el subsuelo, con butacas de lujo e iluminación ambiente que se apagaba gradualmente para acostumbrar al espectador a la oscuridad.

Y uno de los últimos  cines de la “golden age” sería el “Premier”, en Colón y Manduvirá, que sorprendió a los cinéfilos con su sistema de sonido sensurround que hacía temblar las butacas durante la película “Terremoto”.

¿Y en Semana Santa?

Para los menores de 30 años, pensar que el país se cerraba en Semana Santa es impensable según los parámetros de conducta social de hoy.

Y sin embargo, era así.  Sólo en los peligrosos tiempos actuales, con el coronavirus caminando por las calles, es imaginable una ciudad vacía, comercios cerrados, restaurantes inactivos y la población emigrando al interior.

Sin televisión, con las radios haciendo sonar música sacra y el via crucis como ocupación ineludible para la grey católica, el cine era el refugio de herejes y pecadores.

¿Qué se podía ver entonces? Por ejemplo, “Quo vadis”, la novela de Henryk Sienkiewicz , que narra los padecimientos de los primeros cristianos bajo el reinado del sanguinario Nerón. Otra película que era número puesto para esos días era “El manto sagrado” (The robe), una espléndida sobreactuación de Richard Burton, enfrentado al perverso emperador Calígula. “Ben Hur” nos hizo disfrutar de una espectacular carrera de cuadrigas y en “Los 10 mandamientos” vimos a Moisés cruzar el mar Rojo “a pie enjuto” como manda la Biblia.  El cine se llenaba de gladiadores convertidos al cristianismo, romanos disolutos y profetas de encendida oratoria.

Así fue hasta que a Pasolini se le ocurrió filmar “El evangelio según San Mateo”, a Zefirelli “Hermano sol, hermana luna” y, ya entrado este siglo, la insoportable “The passion” de Mel Gibson, producciones que acabaron con la ingenua espectacularidad del cine histórico que matizaba el aburrimiento de Semana Santa.

Hoy corren otros tiempos en el cine.

Ni mejores ni peores que aquellos de mediados del siglo XX.

Simplemente, distintos.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.