La conformación de ternas para altos cargos es tema de debate, no por el proceso legal de elaboración, sino por los resultados del paso a paso. La vacancia en la Corte Suprema de Justicia muestra el inicio de una etapa en donde la vinculación política no se esconde ni se disimula, con la participación de un senador activo en la lista de candidatos para la máxima instancia de la justicia.
El propio Colegio de Abogados señala en un comunicado que con este escenario, se apeligra la garantía de independencia y de rechazo a injerencias políticas. El tema se considera incluso como la apertura de una sucursal legislativa en los tribunales de Sajonia. Otra terna que genera polémica es la conformada para elegir al nuevo defensor o defensora del pueblo, en donde Miguel Godoy es “favorito político” para su reelección en el cargo.
Sobre esta vacancia, ya hay varias reacciones políticas que dan por hecho su continuidad en la institución, a pesar de sus mediáticas apariciones en sitios no para solucionar problemas, sino para generar incidentes, griteríos y prepotencia. El mensaje que se evidencia y se lee desde la platea es que en ambos casos se realiza un mero trámite en donde prima el cupo político por encima de una situación idónea donde se pueda al menos simular independencia en los cargos.
La utilización del proceso para legitimar una elección de consenso entre sectores políticos no hace más que echar por tierra un sistema diseñado para proponer a los mejores en sus aptitudes, capacitación y preparación. Ahora, las quejas son interminables, entre puntajes y denuncias de injerencia política. La designación a dedo de ambos cargos, así como se vaticinan, demostrará que los acuerdos de cupos políticos son los que otorgan gobernabilidad y estabilidad al trabajo entre los poderes del estado.