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Testimonio de vida

Su obra molestó a grandes intereses y a cierto grupo poderoso, señal de que iba en la dirección correcta y en favor de los desprotegidos. La partida del sacerdote Francisco de Paula Oliva deja en nuestra sociedad un lamento enorme por la partida de un estandarte en la defensa de los derechos humanos.

Pero aquí vale hacerse la pregunta… ¿Por qué la obra del Pa’i Oliva cobró tanta relevancia y dejó una huella muy grande en Paraguay? No sólo el interés de un sacerdote extranjero llamó la atención y sorprendió a muchos, sino su intenso trabajo y testimonio en defensa de personas desprotegidas en momentos en que el país vivía una de las más cruentas dictaduras del continente por 35 años.

El testimonio de un religioso que se animó a denunciar los crímenes y se sometió al exilio para luego regresar marcó una de las acciones dignas de admirar por parte de alguien que nos animó a abrir los ojos ante la injusticia. El concepto de la Justicia Social pasó a ser una causa nacional en aquella época en que el país abría las puertas a la democracia con diálogo, participación juvenil, impulso a zonas vulnerables y con reivindicaciones ante los sectores populares, que finalmente son la mayoría en todo el territorio paraguayo.

Su testimonio se multiplicó en acciones; en palabras ya era una voz autorizada y simbólica sobre la lucha por la igualdad para todos los que habitan este país. Recientemente, su obra realizada con la creación de una asociación logró capacitar, ayudar y generar ingresos económicos a sectores que vivían en la extrema pobreza y miseria. Muchos hablaron en las últimas horas sobre la coherencia que demostró el religioso durante toda su vida.

La muerte del Pa’i Oliva nos deja efectivamente una pérdida, pero también nos recuerda el rumbo de lo verdaderamente importante y lo urgente en cuanto a luchas sociales.

Juan Cáceres Troche
Juan Cáceres Troche
Desde la Platea

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