lunes, febrero 10

La cuarta ola

Iniciamos un nuevo año escuchando pronósticos similares al del año pasado, la frase “el principio del fin” con respecto a la pandemia no es cosa de estas semanas. Esperemos que en esta ocasión la premonición sea certeza.

No debemos bajar la guardia hacia las restricciones, tampoco a lo que se viene. La cuarta ola no será otra cepa del virus, la cuarta ola es el año electoral que se avecina donde los mismos que nos endeudaron, que jugaron con la suerte de miles de compatriotas que hoy dejan sitios vacíos en la mesa familiar, esos que se repartieron a mansalva un préstamo que pagaremos durante décadas y que no sirvió para lo que nos daba ilusión: superar la pandemia sin muertes.

La cuarta ola volverá a ocurrir si no abrimos los ojos, si volvemos a las urnas sin intención de castigar a los que nos flagelan sistemáticamente, los que acomodan todo para que sus siguientes generaciones no tengan que mover un dedo en un país cada vez más desigual.

No debemos perder la esperanza, debemos asumir que no existen líderes mesiánicos que cambiarán radicalmente todo lo que está mal en nuestro país, pero sí debemos exigir a los que ponen sus nombres en listas que sean intachables, que tengan propuestas, equipos de trabajo y por sobre todo, amor al Paraguay, no como esta casta de apátridas degenerados que nos gobiernan hoy sin el mínimo atisbo de vergüenza.

Debemos poner los ojos en las posibilidades de alternancia, de alianzas, de votar a una propuesta y no a un color, porque ése fanatismo prebendario nos ha convertido en este cementerio, al país que supo ser el más pujante de la región en el más oscurantista, desconocido y poco tomado en cuenta.

Al COVID-19 lo vamos a vencer cuidándonos y la política sucia y delincuente que nos gobierna, pensando.