@victoraulb
Profesor de la Fundación Getulio Vargas – Brasil
Tengo una idea. Desde mi perspectiva muy sesgada e imperfecta, es hacia 1977, cuando comencé mi vida laboral como ordenanza de Diesa S.A., supongo, que el futuro comenzó. Era la época del telex, usado en esa empresa, para enviar pedidos a Alemania y Japón, desde donde se importaban autos y motos, respectivamente. Las marcas, todos los paraguayos ya las conoce. Los bancos de prestigio eran el Banco de Londres, el Citibank y el de la Nación Argentina, todos localizados en la misma zona céntrica. Las compras a precios de oferta, productos argentinos en su mayoría, comestibles y bebidas, para las familias pudientes, estaban en la zona de Garibaldi. Casi nada venía de la China, excepto las ¨chucherías¨ de mala calidad. Ejemplos: las grabadoras y los casettes que comenzaban a aparecer y los juguetes que se comercializaban, también importados de contrabando, en Puerto Presidente Stroessner (hoy Ciudad del Este). Los brasileños que tenían protección de mercado, comenzaban a invadir esta plaza comercial, para luego, en los años 80s y 90s huir del proteccionismo y la obsolescencia, sobre todo en informática con sus antiguas XT, pudiendo acceder a las PC1 trianguladas desde ¨o Paraguai¨. El país, gobernado por ¨nuestro único líder¨, tenía su política pendular entre Argentina y Brasil. El contrabando también, dependiendo del tipo de cambio. Esto no ha cambiado mucho. La marcha al este abandonando al Argentina la comenzó el General. En esa época ser contrabandista era una actividad admirada. Generaba una nueva clase media alta mestiza morena. Eran los ¨emprendedores¨ de la época. Gente ¨innovadora¨ que tenía sus contactos en el gobierno, o trabajaba con los militares, para poder traer sus mercaderías. Nadie les paraba en la Ruta 7. En el kilómetro 60 ya existía lo que hoy llaman ¨canal verde¨ (el color no es casualidad) para importación, modo ¨fast-track¨. Los productos brasileros eran considerados de mala calidad, sean comestibles, ropas o automóviles. El ¨Brasilia¨ era lo que hoy llaman SUV – luego fue considerado como ¨carroza¨ por los propios brasileros. Tenía motor trasero dentro del habitáculo donde uno viajaba, lo que era un verdadero sauna ambulante. La kombi era el metrobus que nos llevaba a estudiar inglés en el CCPA. Circulaba por Mariscal López, línea 31, que competía con el tranvía eléctrico que venía primero por Boggiani para luego circular por Mariscal López, antes de ingresar al ¨down town¨ asunceno.
Mientras tanto, los ¨championes¨ de color celeste claro y los ¨buzos¨ azul oscuro, de buenísima calidad, ambos hechos en la Argentina, que mi madre nos compraba del shopping de contrabandistas llamado ¨Clorinda-í¨, sobre la calle Perú en zona del Mercado 4, eran la última moda para pasear en la calle Palma.
En esa época, la marca de la empresa donde yo trabajaba arrasaba en el ¨market share¨ de coches y motos, ya que la marca japonesa de autos que venía para quedarse, y comerse el mercado, cuya concesionaria quedaba sobre Mariscal López, aún no se había posicionado. Las fábricas de ¨gaseosas¨ quedaban, ambas, sobre la Avenida España. El sueño de todo adolescente era la botella de vidrio de un litro, que sólo se compartía en los cumpleaños. El único supermercado era EL PAÍS, creo que así se llamaba, frente a la Plaza Uruguaya. Hacia los años 80s comenzó un proceso de acceso a tecnología más acelerado. Llegó el Lotus 123, la planilla electrónica que precedió al Excel que hoy está también envejecido.
A pesar de que por lo general una persona debe primero morir para que calles o ciudades puedan llevar su nombre, en el Paraguay, el General popularizó el suyo, sobre todo en el Brasil, a donde a veces íbamos de vacaciones, gracias a la ciudad más informal de toda la América del Sur – de la mano de libaneses y orientales de esa época. La moda era impulsada por un Centro de Compras localizado también sobre la calle Palma, el shopping a cielo abierto más concurrido de la república. Allí los sábados comenzaban los noviazgos y las mini faldas competían con los jeans publicitados en la tele por unos elefantes que danzaban. No existían muchos ¨fast-foods¨ como hoy pululan por todas partes. Y los ¨boomers¨ que éramos la generación Z de hoy, nos conformábamos con poco. O éramos conminados a que fuéramos obedientes. Como decía Mafalda, era increíble el poder de convicción de las zapatillas de los papás. Los lugares más concurridos para comer rápido y al paso eran el Bolsi, el Lido, el Molino (con sus sándwiches de milanesas, los más ricos del mundo) y las masas del Vertúa sobre la calle Palma. Así fue como el mundo ¨cool¨ comenzó en el Paraguay. Era la época de la ¨paz, el orden y el progreso¨, cuando el futuro comenzó, en donde la serenata debía estar autorizada por la comisaría más cercana. Hasta la próxima semana.