Cualquier cosa menos estar al servicio de los asuncenos.
Con tal de justificar tropelías, se dice cualquier cosa respecto a las funciones que debería cumplir la costanera. Alguien pidió sensatez antes de opinar y tener en cuenta que en cualquier costanera del mundo hay hoteles, restaurantes, departamentos, etc., incluso estaciones de servicio.
Para saber si la de Asunción es una costanera como cualquiera en el mundo, primero habría que saber si existe un plan, programa, proyecto o idea básica de qué funciones debería cumplir este nuevo espacio sobre la bahía. Y vamos a dar un ejemplo práctico de cómo se hacen las cosas en ciudades con administraciones serias.
El Malecón de Guayaquil, es una franja costera de 3 kilómetros de longitud que corre a lo largo del rio Guayas y su construcción data de 1820 siendo en principio un boulevard dotado de bancos de madera y faroles de hierro. En 1.999 el presidente Febres Cordero ordenó su remodelación creando para ello un fondo solidario con donaciones de la ciudadanía. La obra fue terminada durante la alcaldía de Jaime Nebot Saadi que le dio el nombre definitivo, Malecón 2.000.
Es un espacio público destinado al esparcimiento de los guayaquileños y de los numerosos turistas que visitan la ciudad. Es una conjunción de arquitectura moderna, edificios históricos, naturaleza y equipamiento urbano para niños y ejercicios de adultos. El alcalde Nebot diría, durante su inauguración, que “esas características le han permitido al ciudadano común apropiarse de cada espacio que lo forma y por ende cuidarlo y enseñar a los demás que el Malecón 2000 ha vuelto a ser el corazón de la ciudad y quiere compartir con todos sus huéspedes la maravilla de su paisaje”.
El sitio tiene una pista de patinaje, carruseles para niños, sendas para caminatas y hasta un cine de alta tecnología, el IMAX-Malecón. Y un toque magistral: 32 placas de vidrio templado en donde están grabados los nombres de los 48.000 guayaquileños que aportaron para construir el sitio que hoy es patrimonio de todos los ecuatorianos.
¿Se percibe la diferencia o no? Guayaquil realizó su franja costera para esparcimiento y disfrute de sus habitantes, que supieron apropiarse de inmediato de un espacio público que ayudaron a construir y que siguen aportando para mantenerlo.
Aquí de lo único que se escucha hablar es de negocios, incluida la infaltable gasolinera para romper el paisaje con su colorinche y pestilencia.
No tenemos remedio.