El mundo cierra plantas nucleares y Argentina las expande
Argentina acaba de firmar un contrato con China para construir su cuarta central nuclear para producir energía eléctrica. Es un contrato de US$ 8.000 millones que será ejecutado con tecnología china y participación local de un 40%. Argentina tiene una larga tradición de empleo de energía nuclear para fines pacíficos concentrada en la generación eléctrica y aplicación en medicina e investigación. Hasta ahí, lo positivo.
El costado oscuro es que mientras nuestro vecino aprieta el acelerador en su plan nucleoenergético, el mundo está tomando el camino contrario. Alemania tiene en proceso de cierre definitivo de tres de las seis centrales nucleares que le han estado cubriendo el 13,1% de la demanda energética. La decisión fue tomada a raíz de los desastres de Chernobyl en 1986 y de Fukushima en 2011 que pusieron en pie de guerra a los “verdes”. España ha programado la salida escalonada de servicio de sus siete reactores atómicos, el último de los cuales cesará de funcionar en 2035. Este país tiene una de las matrices energéticas más variadas de Europa, generando el 75% con fuentes renovables -eólica, solar, hidráulica- y de origen nuclear. Ahora, el debate apunta a determinar qué fuentes deberán ir reemplazando el hueco dejado por la eliminación de los generadores nucleares.
Gran Bretaña acaba de desguazar el último de sus 12 vetustos reactores nucleoenergéticos aunque, contradictoriamente, el Gobierno negocia con Francia la instalación de una nueva central atómica con capacidad para proveer el 7% de la demanda energética del país. Su concreción está en duda debido a las reacciones de sectores conservadores y a las estrictas regulaciones establecidas para este tipo de plantas nucleares.
A nivel mundial, ya son 15 países que han decidido renunciar a la opción nuclear para producir energía eléctrica, reemplazándola por renovables como la eólica, fotovoltaica, hidroeléctrica, mareomotriz y una amplia paleta de opciones no contaminantes.
Por eso es un escenario a tener en cuenta la escalada argentina de ampliar su plan nucleoenergético mientras sigue el interrogante sobre la instalación en Formosa de una fabrica de combustible nuclear.
Como país que ha hecho una opción por fuentes limpias y renovables, Paraguay tiene el derecho y la obligación de plantear este tema en los estrados internacionales competentes.
