Con el confinamiento que trajo la pandemia o sin él, el consumo de bebidas alcohólicas está muy arraigado y socialmente aceptado en Paraguay; no obstante, tenés que estar pendiente de esas señales que te indican que se está saliendo de las manos.
Tomarse una cerveza o beber una copa de vino cuando las cosas se ponen difíciles es muy común, incluso el cine se ha encargado de reforzar este hábito para modular el estado de ánimo, pero el consumo de alcohol causa el resultado contrario.
Aunque en un primer momento pueda desinhibir o provocar cierta euforia, en realidad esta sustancia es un depresor del sistema nervioso central. La psicóloga Maria José Vuckovich señaló que el alcohol afecta a diversos sistemas neurotransmisores, esto hace que se pueda pasar de estados relacionados con la alegría, relajación, seguridad y felicidad al cansancio, la agresividad, inquietud o irritabilidad.
La sustancia disminuye los niveles de serotonina en el cerebro, conocida como la hormona de la felicidad, al dejar el alcohol, los sistemas de neurotransmisores del cerebro recuperan su equilibrio, incluso, quienes beben de forma moderada (entre una y tres bebidas a la semana), pueden acusar el reajuste en forma de patrones de sueño irregulares o cambios de humor.
“El alcohol suele causar un problema con las relaciones personales muy significativo, con la pareja, los hijos, los compañeros de trabajo. Estas sustancias complican los circuitos neuroquímicos y nos lleva a disfrutar de ciertas situaciones solo bajo la consecuencia del alcohol, por ello, cuando pretendemos acceder al disfrute de manera cotidiana, se vuelve difícil alcanzar ese estado de bienestar y placer”, destacó la especialista.
Por otro lado, las personas que empezaron a beber con mucha frecuencia lo hicieron porque les costaba manejar ciertas emociones y el alcohol era un escape. “Puede ser que no tuvieran una relación satisfactoria en su matrimonio, que para canalizar el estrés del trabajo llegaban a la casa y abrían una cerveza o que eran muy tímidos y usaban la bebida para socializar en grupo”.
La psicóloga dijo que muchas veces se termina dañando lo más importante en la vida por estar bajo la influencia de una copa, así algo que era una forma de escape, termina en una situación cada vez peor que la persona necesita evitar más y más porque son muchas las consecuencias.
Un profesional de la salud puede brindar herramientas en el proceso de reinserción, según la experta, los casos más graves sí llevan abordajes radicales, pero en los menos graves se suelen utilizar otro tipo de recursos como la familia.
“Lo primero es no tener miedo de ponerle el nombre adecuado a las cosas: Siento que tengo un problema con la bebida. Muchos piensan que pueden controlarlo, y hay que ser valientes a la hora de decir esto me está pudiendo a mí, me siento abajo del problema y me está aplastando, tiene control sobre mi vida. Ahí damos un paso atrás y nos damos cuenta de los costos que ha traído a nivel de la vida que he querido construir y las cosas que me importan, así se podrán buscar las herramientas para el camino de salida”, concluyó la psicóloga.
UNOS CONSEJOS PARA EVITAR EL CONSUMO EXCESIVO
Planee actividades que disfrute y que no impliquen beber.
Mantenga el alcohol fuera de su hogar.
Hable con alguien de confianza cuando tenga ganas de beber.
Piense en una manera amable pero firme para negarse a beber cuando le ofrezcan un trago.
DESPUÉS DE DEJAR EL ALCOHOL:
Existe una mejora general en la salud: Pérdida de peso, mejor aspecto de la piel, noches de sueño profundo y mejor salud digestiva.
Tomar la decisión es un reflejo de las ganas de vivir frente a la voluntad de autodestrucción, o sea, mejora la salud mental del individuo.
Con cierta frecuencia, el alcohol trae problemas a la vida: Financieros, de relaciones personales, con el trabajo, detener el consumo excesivo de alcohol es también poner un freno a ello.
Tendrás un mejor empleo del tiempo y es común que ese tiempo termine usándose de manera más provechosa para uno mismo.
Dejar de beber también es una oportunidad para observarse, conocerse y cambiar aquello de uno mismo que el alcohol parece modificar.