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¿Comienzo o fin del mundo?

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Por Cristian Nielsen

La tierra realiza, en su interminable viaje por el espacio, varios movimientos, más de los que nos imaginamos. Los más conocidos son la rotación sobre su eje, que cumple cada 24 horas dando lugar al día y la noche;  y el de traslación que completa cada 365 días –y monedas- viajando alrededor del sol, dando lugar al año y a las estaciones. 

Pero además, tiene otros dos movimientos, uno de ellos, llamado nutación, que es una especie de vaivén sobre el eje imaginario que inclina al planeta en dirección al sol. Cuando ese movimiento se acentúa se produce el solsticio de verano y cuando vuelve a su lugar se genera el solsticio de invierno, fenómeno con fechas opuestas según el hemisferio. A nosotros nos toca el solsticio de verano el 21 de diciembre, o sea, mañana. Se conoce como el día más largo del año, eso, en cuanto a la cantidad de horas de luz entre salida y puesta del sol.

La llegada del verano, sobre todo tras un invierno regularmente riguroso –que no es nuestro caso- daba lugar en la antigüedad a celebraciones muy pintorescas, ruidosas y alegres.

CELEBRAR LA VIDA – Mañana, el sol se alzará sobre su cenit al mediodía. Sus rayos caerán a plomo y lo más natural es que calienten más que nunca el resto del año, ya que a partir del 22, las horas de luz irán mermando hasta alcanzar su mínimo el 21 de junio.

Las antiguas culturas tomaban muy en serio estos fenómenos celestes pues estaban atados visiblemente a los ciclos vitales en la tierra. Los custodios del “misterio” preparaban rituales muy precisos para dar la bienvenida a la nueva etapa. Los druidas, sacerdotes celtas, dejaron un profundo rastro durante la edad de hierro en Inglaterra, Irlanda, norte de España, Galia que era como se conocía Francia y el norte de Italia y otras regiones europeas. Se celebraban fiestas con grandes fogatas, bailes de muchachas coronadas de flores y festines para recibir a las estaciones de la abundancia.

En territorio maya, en los majestuosos restos de Chichén Itzá, el 21 de junio, durante el solsticio de verano, se asiste a un espectáculo fascinante. En la pirámide central, al atardecer, se puede observar cómo un lado está bañado en luz del atardecer y otro totalmente sumido en la sombra. Al mismo tiempo, este juego de luces y sombras determina que la escalera que lleva a la cima quede iluminada de tal forma que semeja una serpiente reptante, el mítico Kukulkan. Todo esto es producto de las precisas observaciones astronómicas de los arquitectos mayas que dispusieron la ubicación de la pirámide.

LA ESTRELLA DE BELÉN – Pero este 21 de diciembre va a haber algo más que druidas sabios, danzas rituales o serpientes emplumadas.

Mañana se producirá la conjunción de dos gigantes del espacio próximo, los planetas Júpiter y Saturno. La cercanía de ambos será más que aparente ya que los separa 741 millones de kilómetros. El fenómeno se da por la coincidencia del paso de ambos planetas visto desde de la Tierra aunque en realidad los separe una distancia cinco veces la que nos separa del Sol, 150 millones de kilómetros.

El último registro conocido de esta conjunción nos lleva al año 1.226 de la era cristiana, año en el que muere San Francisco de Asis, en Toledo se inicia la construcción de la catedral gótica y en Prusia se funda la Orden de los Caballeros Teutónicos.

Se dice que fue por esta época de diciembre cuando en Palestina, en la antigua Baytlaḥm, Bethlem o Belén, nacía Jesus, hijo de José de Nazareth y María y simultáneamente aparecía en horizonte del atardecer una brillante estrella, mucho más refulgente que cualquier otra en el firmamento. Las observaciones astronómicas parecen coincidir con la posibilidad de una conjunción planetaria en una franja que va del 21 al 23 de diciembre según el calendario vigente hoy dia. La base de este aserto radica en el astrónomo Johannes Kepler, quien demostró que la conjunción periódica de Saturno y Júpiter en el zodíaco podría probar el fundamento geométrico del universo. “Pudo muy bien ocurrir durante la llegada del Mesías” consideró el discípulo de Tycho Brahe e inspirador de Isaac Newton para su teoría gravitacional.

¿Y EL FIN DEL MUNDO? – Los profetas del apocalipsis salen como hongos después de una lluvia. El ultimo conocido se llama Paul Begley, un predicador evangélico con un canal en Youtube con 400.000 seguidores. El dice que los mayas, después de recalcular fechas, revieron su predicción inicialmente formulada para el 21 de junio de 2012, solsticio de verano en el norte. Como es sabido, esa fecha sólo sirvió para inspirar una película de dudoso buen gusto titulada 2012.

Begley, quien cumple años mañana, seguramente se sentará a ver “chocar” Jupiter con Saturno y ser testigo de primera línea de un fin del mundo más, el que sólo ocurre en las mentes crédulas e influenciadas por estos charlatanes electrónicos que facturan millones.

Por lo demás, la conjunción será algo digno de ver. Y vale la pena hacerlo porque no volveremos a ver un espectáculo igual antes de 2084.

 

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.