La ONU alerta para el 2050: millones de muertes por contaminación y “devastación” en el Ártico. Uno de los temas que estamos olvidando en materia de información es el incendio en el chaco y en los países de la región. Esta catástrofe incluso ha llegado a niveles de preocupación de los líderes de estados del G7 que miran con ojos estratégicos la necesidad de cuidar, con extremo atención, estos recursos naturales.
Cuando en el año 1950 aproximadamente se empieza todavía a entender la transformación que los desastres no son naturales, sino que empiezan a tener mucha incidencia los modelos de desarrollo, va dando paso a que en la siguiente década hasta mediados de los 80 se empiecen a incorporar factores como el de vulnerabilidad.
El concepto real de la gestión de riesgos es una misión que tenemos como país y un desafío hasta político que es el de cambiar la mirada de la de emergencia de la respuesta de planificación y la de gestión del desarrollo.
Aparte de los incendios forestales como referencia en materia de los eventos de catástrofes ambientales en américa, después de Asia, es la zona del mundo con mayor cantidad de eventos provocada por inundación. Hay más de 100.000.000 de personas desplazadas desde 1900 hasta el año pasado. No es un evento fortuito, un evento que no se conoce y a nivel país tenemos la admisión y la mirada también de cambiar políticamente esta presencia de fenómeno que sabemos que es cíclico, que sabemos que es recurrente y que sabemos hoy que no afecta económicamente.
Este negocio de la emergencia solamente provoca corrupción. A nivel del plano político también provoca corrupción en el plano comunitario. Se revenden los víveres, se re abastecen inclusive con productos que nosotros financiamos a nivel de cooperación y eso es sumamente nocivo. Cuando hablamos de modelo de desarrollo surge también la pregunta de si estamos creciendo o nos estamos desarrollando.
Urge ver el enfoque de cuidado y protección a un planeta que tiene un cambio climático como el más grande de los desafíos. Si dejamos que se nos olvide, hasta la siguiente catástrofe, acelerando nuestra pena de muerte.