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Carlsen, un rey desmotivado a la espera de Firouzja

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La corona mundial de ajedrez podría quedar vacante si el actual depositario, Magnus Carlsen, lleva a cabo su velado propósito de no volver a defender el título si quien se sienta al otro lado del tablero es alguien distinto al iraní Alireza Firouzja, que en 2021 se ha erigido, con 18 años, en la nueva sensación del deporte de las 64 casillas.

Los medios ajedrecísticos mundiales se estremecieron con este comentario del noruego: «Para aquellos que esperan que juegue el Campeonato del Mundo la próxima vez, la posibilidad de que se sientan decepcionados es muy grande», vertido durante una entrevista realizada por su amigo -y homónimo- Magnus Barstad en .el podcast de Loperekka.
«Me ha quedado claro la mayor parte del año que este Campeonato del Mundo debería ser el último. Ya no significa tanto como antes. No he sentido que lo positivo supere a lo negativo», explicó el campeón.

La experiencia de Dubai, donde aplastó al aspirante ruso Ian Nepomniachtchi a partir de la maratoniana sexta partida (la más larga de la historia en un Mundial: 136 movimientos y casi 8 horas de juego) no resultó, sin embargo, gratificante para Carlsen pese al concluyente marcador final (7,5 a 3,5) que hizo innecesarias las tres últimas partidas previstas.

Lejos de atizar su ambición de batir nuevas marcas de posesión de la corona (el récord lo tiene Emmanuel Lasker con 6 Mundiales), ganar por quinta vez un encuentro con el título mundial en juego parece haber desactivado al noruego, que ahora dirige sus flechas a un objetivo numérico: convertirse en el primer jugador de la historia que supera los 2.900 puntos Elo.

Carlsen ya tiene la mejor puntuación de la historia (2.882, en mayo de 2014, repetido en agosto de 2019), pero los 2.900 quedan muy lejos, incluso para él. «No parece completamente imposible, pero sé que tengo que estar en la cima de mi juego cada vez que compito. No hay margen de error», reconoce.

Una vez despachado Nepo, el monarca del ajedrez se permite ahora señalar con el dedo a su adversario. Escribir en la diana el nombre de Firouzja, que compite bajo bandera francesa, podría tratarse de una nueva genialidad del noruego, que de esa forma somete a una presión enorme a quien casi todos señalan como futuro campeón del mundo. Doblegar al joven pretendiente antes de abandonar la corona constituye, al parecer, el único acicate para Carlsen,. En la era de las imbatibles computadoras encuentra cada vez más aburrido el ajedrez clásico contra los jugadores de elite.

La reiteración de tablas en la práctica magistral es una tendencia cada vez más acusada. Cualquier Gran Maestro con un Elo superior a los 2.700 puntos es capaz de dar réplica al campeón del mundo si ha dedicado el tiempo suficiente a entrenar con la ayuda de los módulos y puede recordar las líneas sugeridas por el cerebro de silicio.

El «match» anterior por el título, contra el estadounidense Fabiano Caruana, entonces número 2 mundial, arrojó un decepcionante balance de 12 tablas en otras tantas partidas a ritmo clásico. La contienda sólo se decidió en las partidas rápidas de desempate, en las que Carlsen infligió un duro castigo a su rival (3-0).

El campeón del mundo sugiere cambiar el ritmo de juego en los mundiales, reduciendo el tiempo disponible para cada jugador, que ahora es de 2 horas para las 40 primeras jugadas, una hora más para las 20 siguientes y 15 minutos más hasta el final de la partida, pero la Federación Internacional (FIDE) no se ha pronunciado sobre la propuesta. En ajedrez gana quien comete el penúltimo error, y con menos tiempo disponible se multiplican los fallos e imprecisiones.

Ahora todos miran a Firouzja, un jugador que acaba de batir el récord de precocidad en alcanzar los 2.800 puntos Elo (18 años y 5 meses, frente a los 18 y 11 meses del propio Carlsen). El prodigio iraní comenzó el año en el puesto 18 del ránking y ha escalado hasta la segunda plaza (2.804) en una progresión impresionante que parece haber despertado el instinto depredador del campeón del mundo.

Pero el sistema de selección del aspirante al título constituye una carrera de obstáculos incluso para el número 2 mundial. Alireza tendrá que enfrentarse a otros siete Grandes Maestros, casi todos instalados en el top-10 mundial, en una refriega de todos contra todos a dos vueltas cuyo ganador se convierte automáticamente en el retador oficial del campeón del mundo.

Todavía sin gran experiencia en el combate, el joven iraní se enfrenta a la doble presión de enfrentarse a grandes monstruos del tablero y saber que está siendo minuciosamente escrutado por el campeón del mundo, presto a cortar las alas del pretendiente antes de abandonar su corona. EFE

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