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Cargo público

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De servicio al ciudadano a llave para labrar fortunas personales

La palabra “cargo”, en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, tiene una veintena de significados, algunos por definición y otros por extensión. La casi totalidad de esas acepciones conlleva una idea de peso, obligación o acreencia. Unas veces se exige a alguien que asuma una responsabilidad determinada (hacerse cargo) o afrontar las consecuencias morales de una acción (cargo de conciencia). Ocurre también cuando un ciudadano decide accionar contra alguien al considerarse agredido de alguna forma en su integridad física o sus bienes (presentó cargos). También revela el pago de un gasto determinado (con cargo a…), indica una situación de dependencia (a cargo de…) o puede describir una reacción física emprendida por una persona al sentirse agredida (cargó contra el ofensor).

Pero el significado se torna benévolo cuando hablamos de aquellas funciones en el Estado para las cuales un ciudadano es electo en las urnas (cargo público). Se dice que allá lejos y hace tiempo, hubo un país en donde los cargos públicos eran ad honorem, por el honor y sin paga. ¿Leyendas? Según. En Suiza, la actual, la Asamblea Federal está compuesta por dos cámaras con 246 miembros que no perciben remuneración alguna y ejercen sus funciones sin renunciar a sus actividades privadas. ¿Cuál es el secreto? Tal vez radique en lo que dejara escrito el político y ensayista español Angel Ossorio y Gallardo (1873-1946), quien sentenció: «Los regímenes no caen por el vigor de sus adversarios, sino por la deserción de quienes deben sustentarlo». Para lograrlo, agregó, es imperativo “incentivar la incorporación de personas virtuosas a la política, y no estigmatizarla como una actividad ajena, distante o nociva”.

Es fácil deducir lo lejos que estamos de un panorama semejante, al menos, mientras el concepto de “cargo electivo” no haga ineludible la obligación de servir al ciudadano. Hoy, lo que en teoría debería ser el ejercicio de una representación delegada en las urnas, se ha convertido en puerta de entrada al enriquecimiento personal y al pavoneo público de la “autoridá”, anomalía social a la que es tan afecta la política criolla de baja calidad.
Quizá deba producirse un recambio generacional para que dicho objetivo empiece a

convertirse en conducta ciudadana.

La pregunta urgente es: ¿Resistirá hasta entonces la República?

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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