“Peajearon” a pasajeros y todo sigue igual
La palabra filibustero es de origen holandés. Significa “corsario”, “saqueador”, “pirata”, una especie de motochorro naval que asolaba el Caribe de los siglos XVII y XVIII y que contaba con la protección de capitostes coronados de Europa. La frase “robo para la corona” -que a veces usamos sin saber su origen- se genera precisamente en esa época y el paradigma del filibustero o corsario fue Francis Drake, convertido en “caballero del reino” por Isabel I, tal vez la reina más famosa de la historia inglesa. ¿Méritos? Haber desvalijado una enorme cantidad de galeones de la corona española que viajaban repletos de oro rumbo a la Metrópoli. Así, Isabel pudo juntar fondos para financiar su reinado, en especial, la construcción de una flota propia, dando nacimiento a la perdurable supremacía inglesa en los mares.
A comienzos de semana, sin ser el mar Caribe, Asunción fue campo de práctica de filibustería pura y dura. Unos cuantos camioneros -decirles transportistas sería condecorarlos- decidieron por cuenta propia aumentar el pasaje que cobran por acarrear seres humanos en sus poluyentes, desvencijados y hediondos camiones. Fue un “milton” per cápita que los émulos de Drake embolsaron durante un día, tal como haría un comando de atracadores de cajeros automáticos o transportadores de caudales. Todo ocurrió a la vista y paciencia del ciudadano que, aparte de tener que soportar esperas, hacinamientos, carreras y frenadas bruscas, fue víctima de un abuso más de esta cofradía de peajeros y descuidistas.
Lo malo no es sólo que este atropello ocurriera sino que haya podido ocurrir. Revela que la ciudad carece por completo de Gobierno y que en ella, virtualmente, cualquiera puede hacer cualquier cosa, desde usar el Panteon de los Héroes para enganchar una carpa y cavar una letrina hasta asaltar impunemente a ciudadanos que, viajando de casa al trabajo, se encuentran con la novedad de que el pasaje ha subido de precio sin aviso previo. Mayor caos, desprotección y desgobierno no podría imaginarse. Y es lógico que así sea, si se tiene en cuenta que el que ocupa la intendencia municipal de Asunción es un suplente del suplente del renunciado. Qué se puede esperar de semejante interinato pegado con alfileres.
Es evidente que esto seguirá así hasta fin de año. O sea, que hay tiempo para más sorpresas.