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Camioneros hasta el fin

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El Área Metropolitana de Asunción va camino a convertirse en el conglomerado urbano con peor servicio de transporte de pasajeros del continente. No hay ciudad capital a lo largo de América Latina en donde el viajero habitual de todos los días reciba peor atención.
El autonombrado transporte público de pasajeros no es sino un servicio de camioneros, haciendo la salvedad de que los transportistas de carga del Paraguay -a los que habitualmente y por economía de lenguaje se denomina camioneros- componen un gremio de avanzada, con servicio logístico actualizado según la demanda del comercio nacional e internacional. Puesto a salvo el concepto, seguimos.
Los acarreadores de seres humanos siguen operando en el área de la misma manera cómo lo hacían en los años 50, 60, 90 y lo que va del siglo XXI. Son dueños de ómnibus la mayor parte de los cuales ya superó largamente sus límites de obsolescencia, siendo en general la colección de chatarra móvil urbana más imponente de la región.
Pero este servicio decrépito no se limita sólo al parque rodante sino que se extiende al formato de prestación del servicio, si es que puede llamárselo así. Los intinerarios y las líneas son propiedad exclusiva de un puñado de manguruyuses, muchos de ellos militares retirados, otros aún activos y, en general, políticos acomodaticios que revalidan en forma indefinida sus adjudicaciones y luego pagan el favor movilizando mano de obra electoral durante los comicios municipales o generales. Los itinerarios con más volumen de pasajeros siempre están en manos de los mismos camioneros mientras los demás son distribuidos entre los comensales de segundo turno, todos agavillados para repartirse el botin. Eso desemboca en avenidas y calles atestadas de ómnibus, que circulan sólo entre las dos horas pico (entre las seis de la mañana y las nueve de la noche), de lunes a viernes. Los sábados el servicio se esfuma gradualmente, el domingo no existe y desde las 21 en adelante, si se encuentra un colectivo es por mera casualidad.
Este es el “transporte público de pasajeros” en el área metropolitana, un negocio cautivo de un montón de camioneros sin control, que hacen lo que se les antoja y que tratan a los viajeros como mercancía de segunda clase, amontonándolos en chatarras malolientes y encima exigiendo un subsidio al Estado.
Lo más triste es que reformar este servicio no parece ser prioridad para nadie. Mientras tanto, como habitantes de una ciudad capital, vivimos sumidos en la vergüenza y la repugnancia.

 

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.