La tasa de desempleo trepó al 14,6% para el trimestre comprendido entre julio y septiembre, un alza de 1,3% respecto del período anterior concluido en junio. Es el indicador más alto desde el comienzo de la serie histórica en 2012.
El dato muestra un deterioro del mercado de trabajo en Brasil, que comienza a hacerse visible con la flexibilización de las medidas de aislamiento social para evitar la propagación del COVID-19, al mismo tiempo que el Auxilio de Emergencia, un ambicioso programa de subsidios a trabajadores informales implementado por el gobierno federal, llega a su último mes en diciembre.
El presidente Jair Bolsonaro, ampliamente criticado por su gestión sanitaria, ha hecho de la economía su principal preocupación desde la llegada del virus. Alertó varias veces que la paralización excesiva de las actividades podría generar un impacto peor que el del propio virus, al destruir empleos y quitar a los trabajadores informales su fuente de renta. Instituciones financieras encuestadas por el banco central de Brasil esperan que la economía se contraiga 4,55% este año.