Los bosques de algas de la Patagonia que el naturalista británico Charles Darwin describió hace casi 200 años permanecen invariables desde entonces debido a un efecto “perverso” de la crisis climática, que mantiene inalterable este ecosistema gracias al agua fría del deshielo de los glaciares.
La evidencia se encuentra en una investigación que la geógrafa chilena Alejandra Mora hizo de los bosques submarinos patagónicos de Macrocystis pyrifera, comúnmente llamado huiro, una amalgama de algas de color pardo que pueden llegar a medir hasta 70 metros entre su parte subacuática y la que sale a la superficie.
Mediante técnicas de buceo, vuelo de drones e imágenes satelitales, la experta, que hizo este trabajo para un doctorado con la Universidad de Oxford, logró el primer mapa global de alta resolución de estos bastiones marinos y lo comparó con las primeras cartas náuticas de la Patagonia que realizó Darwin.
La comparación de 309 bosques de algas ubicadas en la Patagonia continental, islas Falklands (Malvinas) e isla Georgia del Sur dio cuenta de que seguían en su gran mayoría en los mismos lugares y con la misma extensión en la actualidad que hace casi 200 años.
¿Cómo es posible entonces que estos bosques marinos de la Patagonia sigan intactos pese al estrés climático?
EL EFECTO “PERVERSO” DEL CAMBIO CLIMÁTICO
Una de las explicaciones la dio a Efe el coautor del estudio, Mauricio Palacios, quien apuntó a una “lógica perversa” causada por el cambio climático, por la cual las aguas australes se han mantenido frías pese al calentamiento global debido al deshielo de los glaciares, el cual tiene lugar debido al aumento de la temperatura del planeta.
“En Patagonia hay una crisis climática, es la zona donde hay más pérdida de masa de hielo glaciar por el calentamiento global. Ahí viene la lógica perversa: como hay más derretimiento de masa glaciar, esa agua, que es fría, ejerce una presión favorable para estas algas, que son de ambientes fríos”, explicó Palacios, investigador del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh).
El agua del deshielo incorpora, además de agua fría y dulce, mucho material sedimentario, el cual impide la entrada de luz al sistema y favorece que esta especie gigante de alga persista sin mayores complicaciones, agregó Palacios, quien también es coordinador del Programa Marino de Conservación Marina para Chile de la Wildlife Conservation Society (WCS) Chile.
La investigación apuntó también otras razones, como que “los bosques de huiro se afirman a las rocas, las cuales se mueven en velocidades muy cortas para tiempos geológicos, donde 200 años es como un pestañeo”, señaló Mora.
LA SITUACIÓN EN OTRAS LATITUDES
Los bosques de huiro crecen en las frías aguas de Oceanía, las Islas Malvinas y toda la costa del Pacífico, y en especial en el sur de Chile, formando grandes extensiones de bosques submarinos.
Sin embargo, la estabilidad hallada en la Patagonia no se da en otros lugares del planeta, en los que estos bosques están desapareciendo, como ocurre en Tasmania, en Nueva Zelanda o en la costa australiana, donde la cobertura de esta alta disminuyó por lo menos un 95 %, comentó Palacios.
También se han reportado problemas en el borde Pacífico del hemisferio norte, con eventos de aguas cálidas que se presentan con una recurrencia “poco habitual”.
“El agua está más tibia y eso lleva a que todos los animales herbívoros que se alimentan de ese ecosistema metabolicen más rápido y necesiten comer más algas”, expresó el investigador.
Pese a que las algas huiro patagónicas siguen intactas, Palacios advirtió que “hay desequilibrios a otros niveles”, como el que sufren “algunos pequeños invertebrados que tienen problemas con el aumento de acidificación de los océanos y usan estas algas como refugios climáticos porque en su interior la acidificación es mucho menor”.
Por ello, calificó estos bosques como un “gran respiro verde a la crisis climática” e hizo un llamado al Estado chileno a “tomar medidas de conservación efectivas”.
Tomado de EFE