No pretenderán los honorables que nos deshagamos en aplausos porque están en camino de eliminar la elegibilidad de los representantes ante el Parlasur. Todo lo que están haciendo es tomarnos el pelo. Porque las plastas que asumieron el año pasado van hasta el 2023, así que seguirán cobrando sus haberes inmerecidos por hacer exactamente nada.
Y en tiempo de coronavirus, semejante derroche es inadmisible. ¿Hacemos cuentas? Esta galería de inservibles le cuesta al país Gs. 576 millones al mes, es decir, Gs. 7.480 millones al año, sólo en salarios. Como recién asumieron y les quedan aún 52 meses por cobrar, el exangüe tesoro público tendrá que tirar a la basura Gs. 29.000 millones hasta el fin de sus mandatos.
Además de sus jugosas dietas, tendremos que desangrarnos en otros Gs. 3.700 millones en viáticos y otros Gs. 450 millones en pasajes aéreos para movilizar y alojar a estos “parlasurianos”, apelativo que parece exhumado del precámbrico.
Y como si faltara algo, el contribuyente les costea a estos turistas VIP unos 38 sirvientes –a dos por banca- anotados como “funcionarios” y en los que habrá que insumir otros Gs. 16.800 millones. Cuentita final: Cuando caiga la ficha en agosto de 2023, el país habrá tirado por el wáter más de Gs. 49.000 millones. Para nada.
Los honorables quieren anestesiarnos con este amague que nadie se traga. La fiesta del Parlasur tiene todavía 52 meses de prolongación… ¡mientras el virus chino nos está matando a diario! ¿Saben cuántas cosas podrían hacerse con el equivalente de sólo un mes de ese festín de gargantúas y pantagrueles? Alcanzaría para 724 horas de terapia intensiva (suficientes para salvar varias vidas), o 315.000 mascarillas comunes, o 38.000 quirúrgicas o 15 respiradores de altas prestaciones… Con esos Gs. 49.900 millones, Salud Pública podría construir no dos sino 10
hospitales de contingencia a US$ 800.000 cada uno.
Señores congresistas: no se queden a mitad de camino hacia ninguna parte. Nadie traga amagues ni buenas intenciones. Hacen falta resultados prácticos. ¿Cómo van a hacerlo? Se supone que en una comunidad de 125 legisladores debería haber reserva de inteligencia suficiente para hallar el camino que permita cortar de raíz esta intolerable hemorragia de recursos escasos.
Pero deben hacerlo ahora, no dentro de cinco años cuando la pandemia sea historia y la lista de muertos una estadística gris.
El COVID19 está exponiendo a la luz y al oxígeno ambiente todas las miasmas del derroche, que no gasto, público.
Será mejor que encuentren la cura a toda esa inmundicia, porque el ciudadano ya no soporta dilaciones ni complicidades.