Como nos tiene acostumbrados el Senador Enrique Riera profana sus propias palabras y con arrepentimiento, fingiendo que aquí no paso nada vuelve a las carpas de Honor Colorado. Desde que se desprendió del movimiento que le dio espacio en los últimos 10 años o más, el ex intendente de Asunción luego de no recibir el respaldo de sus colegas senadores con respecto a su intención de ser el representante nacional ante la OEA, regresa sobre sus pasos.
Como representante ante la OEA Enrique Riera esperaba cobrar unos 9.199 dólares por mes más los gastos de representación, aguinaldo y alquiler de residencia.
La intención de ocupar dicho cargo además de la nada despreciable suma de dinero también respondería al esquema mental y a las necesidades de este legislador que: 1. No pudo desarrollar liderazgo alguno desde la salida de Honor Colorado, como siempre fue servil a lo que diga su jefe, al momento de querer despegarse y plantear un espacio donde los paraguayos de bien se encuentren para pensar en el país que nos merecemos, se encontró con que hacer la diferencia en ese entorno era enfrentar, y para eso uno además de no tener techo de vidrio necesita de coraje. 2. Enrique al igual que su hermano Manuel Riera, tienen un hambre de reconocimiento y una necesidad de mantener el estatus que les moviliza a buscar espacio donde se los reconozca cual monarquía. 3. Y por último, nunca existió un plan real de plantear propuestas que eleven al Paraguay a un sitial donde la vida de los ciudadanos mejore, en un espacio desde donde el país pueda negociar y transformarse en un modelo internacional de desarrollo.
El acuerdo solicitado por Mario Abdo fue una forma elegante de desentenderse del tema. El mandatario probablemente no se sentó a operar para lograr los votos, y como desde que Enrique Riera se desprendió del movimiento que lo llevo a la Cámara de Senadores no hizo más que seguir respondiendo a los intereses de otros, se puede asumir que Abdo tampoco sentía que le debía ninguna gentileza.
Recordando algunos aspectos de la gestión de Enrique Riera tenemos que cuando fue intendente de Asunción la empresa EMPO fue adjudicada por 20 años para el tratamiento de la basura en Cateura. A dos años de la firma del contrato, este debió ser rescindido por incumplimiento, pero todos dejaron de lado ese detalle y permitieron que la empresa siga actuando con total impunidad.
Enrique Riera salió de Honor Colorado afirmando que ya no quería ser liderado “por mediocres y corruptos”. “Quiero ser liderado por los mejores, que el Partido Colorado muestre lo mejor que tiene”, y si se dan cuenta, nunca es Enrique Riera el que busca liderar esta gran transformación, de hecho, siempre pretende que alguien más se haga cargo. Y es esa ineptitud propia de quienes aseguran merecer los laureles por una cuestión hereditaria y no por meritocracia lo que hace que este Senador sea un simple comodín para cargos públicos. Seguramente ahora aprendió a no morder la mano que le da de comer y que eso de aventurarse de forma independiente no es para quienes siempre tuvieron todo servido. Los liderazgos se construyen, no se heredan.