miércoles, enero 22

A España le hervía la sangre, a Argentina no le alcanzó el corazón.

España viajó a la Luna por segunda vez en su histo­ria. La selección conquistó su segundo oro mundial tras domar con autoridad a Argentina en la final (75-95). Los de Scario­lo alcanzaron en China la 19ª medalla de su balonces­to masculino, la 13ª en lo que va de siglo, cuando la irrupción de los Júniors de Oro cambió para siempre la dimensión de su enciclo­pedia.

Desde el oro en Japón 2006, el equipo solo ha faltado dos veces al podio en los grandes torneos: en los Mundiales de 2010 y 2014. En este tiempo: cinco oros, tres platas y tres bronces, para un total de 11 meda­llas en 13 campeonatos. Una secuencia memora­ble que en el torneo de la resistencia encontró una escapatoria gloriosa para esquivar todos los destinos pesimistas. Cuando los ex­pertos, e incluso la lógica, anunciaban el repliegue. La resiliencia y la ambición protagonizaron un conmo­vedor rebrote de prosperi­dad que acabó bañado en oro, según el portal El País de España

Triunfó una España qui­jotesca capaz de creerse su delirio hasta convertirlo en oro. Un equipo con valor y valores, aventurero, con­creto y gremial. Un grupo comprometido capaz de mantener el traje de Su­perman rellenándolo con 12 supermanes. Un bloque apasionante, con el espíritu de los Júniors de Oro y de los héroes de las ventanas, con el espíritu de siempre. Una España forjada en la agonía que acabó converti­da en vendaval.

Se medían dos ejemplos de carácter, fortaleza de­fensiva y optimización de recursos. Y de todos ellos fue tirando Scariolo. Con el refuerzo de Pau Ribas, Cla­ver y Willy, España armó otro estirón antes del final de cuarto y recuperó gran parte de la renta y de las sensaciones iniciales. Sin llegar a cuajar, la primera embestida había servido a la selección para delimitar el territorio de la confianza y para comenzar a manejar las sístoles y diástoles del juego.

A España le hervía la san­gre, a Argentina no le al­canzó el corazón. El gana­dor podía estar orgulloso, el perdedor podía estar tranquilo. Cuenta la leyen­da que la muralla china es la única construcción hu­mana que puede verse des­de la Luna. Allí viajó para comprobarlo por segunda vez en su historia la España más inesperada y conmo­vedora. Una España con un orgullo de oro.

A pesar de la derrota, Argentina completó una destacada labor en el Mun­dial, en el cual dejó en el camino a potencias como Serbia y Francia para al­canzar sorpresivamente la final y a la vez obtener la clasificación a los próximos Juegos Olímpicos. El vete­rano ala-pivot Luis Scola, único integrante del equi­po argentino actual que ganó la medalla de plata en el Mundial de 2002 y el oro en los Juegos Olímpicos de 2004, llegó a 41 partidos en copas del mundo de balon­cesto e igualó la marca del brasileño Bira.

Argentina, que sólo obtuvo el campeonato del mundo en la competencia disputa­da en su país en 1950, repi­tió el subcampeonato obte­nido en 2002 en Grecia.