Hasta ahora, que se sepa, la Municipalidad de Asunción no ha acusado recibo de lo que se le viene encima –en términos de impacto urbanocon el nuevo centro cívico en plena construcción en la antigua zona portuaria y que, sin duda, está llamado a generar un cambio drástico en la dinámica de circulación, estacionamiento y generación de nuevas oportunidades de negocios. El conglomerado en avanzado estado de ejecución incluye por lo menos cinco ministerios, áreas de estacionamiento para más de 2.000 vehículos, un auditorio de uso múltiple con capacidad para 700 personas y un parque cívico de 25.000 metros cuadrados al cual se podrá acceder desde el nivel de la planta baja de los nuevos edificios.
Es fácil imaginar lo que ocurrirá ni bien estas nuevas oficinas e instalaciones accesorias abran sus puertas y reciban a miles de funcionarios y decenas de miles de ciudadanos en tren de realizar algún trámite. Habría que saber si la municipalidad tiene estudiada la nueva dinámica de circulación de vehículos y peatones en el lugar y su entorno, sobre todo, en el re direccionamiento y señalización que deberá introducir para evitar que allí se genere un caos en las horas pico. El otro factor a tener en cuenta es si se ha previsto algún plan para ubicar ordenadamente –ya que impedirlo será imposible- la marea de buhoneros, mercachifles y vendedores de todo tipo de comidas y bebidas que va a lanzarse como una jauría sobre esta nueva clientela potencial que circulará de lunes a viernes. Dada la inveterada costumbre de anidar y perpetuarse en un lugar, propia de la comunidad de vendedores callejeros, el desafío será enorme.
Si no logran conducir esa parte del proceso, la idea de un nuevo y ordenado centro cívico muy pronto cederá paso al típico formato de villa miseria de otros puntos de la ciudad. Y no lo decimos para aguarle la fiesta a quienes idearon el proyecto y lo plasmaron en maquetas mostrando el perfil de una ciudad futurista, limpia y ordenada. Es porque Asunción -de ordinario, pésimamente administrada- se traga en poco tiempo la mejor animación 3D para convertirla en la peor versión de sí misma: sucia, desordenada y caótica.
Triste, pero es la historia de siempre.