@peztresojos – Comunicador y Emprendedor Social
En la vida, en el mundo laboral y especialmente en el mundo de los emprendimientos, una figura clave y muchas veces dejada de lado académicamente y estratégicamente es la del mentor. El mentor no es solamente un distribuidor de consejos y de experiencias, o ese conocido, familiar u amigo que te dice de manera desestructurada y sin comprender todos los procesos qué es lo que tienes que hacer.
No hablamos aquí de un nuevo concepto o de una nueva invención en lo comercial o empresarial. Ya en la Odisea de Homero, clásico poema griego, que data de unos tres milenios atrás, Odiseo confía a su amigo Méntor a hijo a su Telémaco mí este él se dirige a la guerra. Méntor cuida y vela por la educación del niño.
Si bien el concepto ha tomado otra connotación durante los últimos milenios, el mentor sigue evolucionando en un mercado cada vez más disrruptivo y complejo que aquél plagado en los viejos pergaminos.
Cada vez más, las personas que se encuentran inmersas en diferentes momentos de sus carreras o de sus emprendimientos tienen dos opciones: estancarse y conformarse o buscar el crecimiento y la permanente actitud de aprendizaje.
Lo bueno aquí es que no es una tarea exclusiva para uno rango etario, el empresario experimentado necesita quizás un mentor joven que lo acompañe en las innovaciones digitales, en la programación, la manera de comunicar y otras acciones, mientras que el joven necesita dar pasos firmes en crecimiento, flujo de caja, experiencia de donde colocar la mirada para negocios nuevos. Es decir, todos según nuestra experiencia tenemos áreas donde aprender y todos tenemos también lugares donde aportar, es una apertura al aprendizaje permanente y a una permanente actitud de innovación. Lo mejor de todo es, que en este proceso, se da un aprendizaje bilateral entre el mentor y el mentoreado, donde ambos aprenden lecciones para la empresa y para la vida.