Cerrar escuelas y que al poder político no le importe es causal más que suficiente para remover del cargo a un gobernador departamental, que es el caso de quien está al frente de la Gobernación del Departamento Central. El país entró de lleno en el año escolar 2022 y maestros y padres de alumnos de 16 centros educativos departamentales (Cediem) han tenido que ir a reclamar la reposición de fondos, desde el sueldo de los maestros hasta los gastos mínimos que tiene una escuela en pleno calendario educativo.
¿Se puede tolerar que, tras salir de una pandemia que nos devoró dos años académicos completos, ahora sea el poder publico el que devasta la educación?
No, es intolerable. Veamos lo que ocurrió.
Alguien pilló que en la Gobernación de Central se estaban desviando fondos destinados a educación para entregárselos a ciertas organizaciones no gubernamentales que nadie sabe con certeza qué servicios prestan. Para dilucidar eso tienen imputado al gobernador Hugo Javier González, y a otros 14 funcionarios, por lesión de confianza, asociación criminal, declaración falsa y producción de documentos no auténticos.
En el camino, los rubros para los centros departamentales se esfumaron o fueron reprogramados, dejando colgadas a 16 instituciones componentes del Cediem y con peligro de que unos 2.000 alumnos asistentes a dichas escuelas pierdan el año escolar. Son más de Gs. 5.300 millones del presupuesto departamental. Rara coincidencia. Una cantidad similar es la que el imputado gobernador dedicó a una oenegé denominada centro de apoyo integral o cosa parecida.
¿Hay algo peor que sabotear la educación pública y desviar sus fondos presupuestarios a intereses particulares? Habría que remontarse a lo más bruto de las sociedades medievales que quemaban en hogueras públicas a quienes enseñaban a leer y escribir.
El Presidente Abdo Benítez debe intervenir y, dentro de sus competencias constitucionales, restituir los rubros escamoteados y normalizar la tarea en las escuelas afectadas. La pandemia ha castigado demasiado duro a niños y jóvenes y la escuela es un instrumento insustituible no solo de educación sino de socialización y contención tras dos años de vacío.
Y el señor Hugo Javier haría bien en renunciar y dedicarse a lo que sabe, que manejar una Gobernación le ha quedado exageradamente grande.
