Los animales tenían que aprender a reconocer el color azul como símbolo de adición por un factor de uno y el color amarillo de sustracción por el mismo factor.
A continuación se les mostraban tarjetas con formas azules o amarillas y se les presentaban dos puertas que contenían tarjetas con diferentes números de formas, una de las cuales era la respuesta correcta y si la elegían recibían un recompensa.
Si a un pez se le mostraba una tarjeta con tres formas azules, sumaba uno a tres y nadaba a través de una puerta que contenía la tarjeta con cuatro formas.
Seis de los mbunas cebra y tres de las rayas aprendieron a asociar sistemáticamente el azul con la suma y el amarillo con la resta. Los primeros aprendieron la diferencia en una media de 28 sesiones y los segundos en 68.
En general, los peces obtuvieron buenos resultados, aunque la adición se aprendió con más facilidad que la sustracción y el rendimiento de cada pez varió más entre los mbuna cebra que entre las rayas.
En las sumas, los mbuna cebra seleccionaron la respuesta correcta en un 78 % de las pruebas y las rayas en un 94 %.
Las restas lograron una tasa de aciertos del 69 % para los mbuna cebra y del 89 % de las rayas. Los autores del estudio, de la Universidad de Bonn, especulan que las capacidades numéricas no son muy importantes para estas especies, aunque sugieren que podrían ayudar a reconocer a los peces por su aspecto, por ejemplo, contando las rayas o las manchas del cuerpo.
Los resultado se suman -escriben- al creciente número de pruebas que indican que es necesario revisar las capacidades cognitivas y la sensibilidad de los peces.