La escopeta escupió balines que desfiguraron la cara de un Diputado, algo nunca visto en democracia. Ese fue quizá el preludio de lo que sería el #31M y hoy, a 5 años voy a relatar ese momento trágico de la historia paraguaya que terminó en la muerte de Rodrigo Quintana.
Si bien, todos recordamos el #31M, la historia empieza mucho antes, cuando el país empieza a paralizarse porque el debate de la reelección gana terreno. En abril de 2016 (11 meses antes) el exdiputado cartista, Oscar Tuma, presentó el proyecto de enmienda para introducir la reelección, con la excusa de hacer participar a la gente y que sea más democrático, la realidad era que, haciéndolo por reforma, como establece la ley, los plazos no le cerraban a Horacio Cartes y sus aliados.
El bloque oficialista era el más interesado en aprobar la reelección a pesar de que el entonces presidente Cartes había dicho en varias ocasiones que no buscaría la reelección, incluso lo hizo en una entrevista a CNN, donde asumió que al culminar su mandato iría a su casa, la confusión hacía que el tema no acabe.
En enero se marca un hecho que nos dejaría a todos sorprendidos. La famosa “firmatón” pro reelección, una campaña impulsada por la ANR para juntar firmas pro enmienda y así pueda tratarse el proyecto.
Con la firma de menores de edad, extranjeros, gente sin cédula y muertos, la ANR presentó el pedido ante el TSJE. Ese caso sigue durmiendo impune en la Fiscalía, nunca se investigó quién falsificó las firmas de más de 1000 muertos, entre otros casos fraudulentos y esa campaña fracasó.
Después de la crispación política debido a ese hecho. Hugo Velázquez como titular de la Cámara de Diputados y de la bancada de HC, salió a confirmar que Cartes estaba interesado en el proyecto y quería que “la gente decida” si se incorporaba o no la figura de la reelección en la Constitución Nacional.
Ya en febrero se mostraba el pacto Cartes-Lugo-Llano y con eso ya reunían los votos en ambas cámaras, pero existía un cerrojo importante. Robert Acevedo era presidente del Senado y había dicho que él no le daría entrada a un proyecto inconstitucional, ya que era su potestad hacerlo o no, para resolver eso, los senadores pro enmienda llamaron a una sesión para modificar el reglamento del Senado. Querían modificar 3 cuestiones:
1. Que el presidente no pueda retener proyectos
2. Cambio de fecha de mesa directiva
3. Reducir la cantidad de votos necesarios para dictaminar la enmienda
El 28/03 en una acción totalmente fuera del marco de la Ley, el vicepresidente segundo, Julio Velazquez se autoproclamó presidente del Senado en presencia del presidente y el vicepresidente primero y le dio entrada al pedido de modificación del reglamento, para posteriormente aprobarlo con 25 senadores.
Tenían el camino libre para tratar la enmienda, que efectivamente fue aprobada de la misma forma el 31 de marzo. Todos estos antecedentes, aparte de hacer memoria también sirven para entender la efervescencia del ambiente político.
Yo recuerdo que estaba almorzando en el Mercadito N°1 sobre Yegros cuando veo por la TV la noticia, aprobaron después de varios intentos, la enmienda que nos tenía en vilo a todo un pueblo.
Automáticamente entre llamada y llamada, el punto de encuentro fue el local del PLRA. Empezaron a salir las delegaciones de los diferentes Departamentos y decidimos ir frente al Congreso de la Nación, no éramos más de 50 personas en ese momento.
Cuando el Diputado Acosta se acerca para calmar los ánimos, debido a la brutalidad policial, todo se desborda.
Gritos, sangre, una persona en el piso y violencia, mucha violencia por parte de la policía, que desfiguró a un Diputado con 12 perdigones de goma a menos de 1 metro de distancia y que hería de gravedad en el hombro al presidente del PLRA, bajo la atenta mirada de una docena de periodistas que cubrían ese momento.
Sin dudas, eso fue lo que provocó la indignación ciudadana y generó que, en cuestión de horas, esa plaza del Congreso se llenara de ciudadanos indignados y que las calles Paraguayo Independiente y Río Apa se vuelvan territorio de guerra entre balines, gases y piedras.
El Congreso se habría dejado desprotegido, en un momento álgido de la noche, policías mirando cómo la gente ingresaba sin hacer nada. No hubo intención de apagar el fuego, los bomberos esa noche no tuvieron autorización de ingresar a apagar el incendio que terminó consumiendo el Congreso de la Nación.
Cuando entendimos que esa noche todo se había desbordado, decidimos refugiarnos en el PLRA. Ni en las épocas más oscuras de la Dictadura se animaron a entrar a un partido político a amedrentar. ¿Por qué lo harían ahora? La gente fue abandonando las plazas refugiándose como podía.
¡Fue desesperante!
Cuando nos dimos cuenta, policías disparando las ventanas del partido, cascos azules tirando al piso a la gente, a diputados, metiendo escopetas y disparando a ciegas por ventanas con intenciones de herir. Diputados cuerpo a tierra y lo más duro: Un joven muerto en el piso.
Miles de versiones dio el Gobierno esa noche, todas se contradecían. Lo real es que a 5 años, Rodrigo Quintana, asesinado aquella noche, no tiene Justicia, solo 2 policías están imputados y, sin embargo; varios compañeros y yo hoy estamos con condena confirmada por la Justicia. ¿Quién dio la orden de entrar a asesinar al local del PLRA?