Pilas de proyectos de desagüe pluvial acumulan polvo y telarañas.
La Agencia de Cooperación de Ultramar del Japón, conocida bajo la sigla JICA, tiene una larga tradición de apoyo a diversas actividades productivas, culturales y de infraestructura en el país. La lista es muy larga e incluye uno de los proyectos quizá más antiguos que apuntaba a mejorar el alcantarillado pluvial de Asunción. Fue presentado en 1987 como respuesta a un pedido hecho por el Gobierno de entonces, no por el Intendente Municipal, cargo que por esos días era designado directamente por el Presidente de la República.
Diplomáticamente, como corresponde a una agencia gubernamental, los técnicos de JICA hablaban de mejorar el sistema de desagües pluviales cuando en realidad, no existía por entonces bajo las calles de Asunción nada que mereciera semejante titulo. Para elaborar su informe, la agencia tomó en cuenta un territorio que comprendía 10 municipios, 71.000 hectáreas y una población de 800.000 habitantes, 460.000 de ellos pertenecientes a Asunción que -estimaba el estudio- llegaría unos 680.000 en 2005. Esa cifra nunca se alcanzaría porque demográficamente, Asunción quedó congelada hace 30 años en 520.000 promedio, mientras los municipios del primer anillo daban el gran salto poblacional.
Tomamos un párrafo de aquel informe redactado hace 35 años. Durante las precipitaciones pluviales intensas -dice textualmente- la ciudad se inunda en muchos lugares y las calles se convierten en canales de agua cuando su función habitual es el transito. Esto ocurre varias veces al año causando daños considerables e inundando casas. Este informe técnico yace en alguna caja de cartón llena de polvo y telarañas olvidada en los archivos del municipio. Jamás cobró vida.
Es innecesario seguir la cita porque todo sigue igual, con un agravante. De aquel entonces a ahora se han pavimentado más calles y han desaparecido terrenos baldíos que podían absorber agua para reemplazarlos por construcciones que las expulsan a la calle. La última intendencia de la dictadura y las ocho que la siguieron después de 1989 han sido incapaces de articular una política eficiente de drenaje de aguas de lluvia. Los archivos siguen acumulando estudios, mapas, gráficos y proyectos de nombres grandilocuentes…. pero cero ejecutoria. Transitar por Asunción en días de lluvia es una aventura de riesgo, casi un deporte extremo.
Seguimos inundándonos con cada chaparrón.