Este año, el Gobierno debe destinar US$ 597 millones (Gs. 4,1 billones) a gastos de financiamiento, cancelando capital e intereses de deudas pendientes. Se supone que todo ese dinero va a inversiones concretas, desde rutas hasta capacitación de personal al servicio del Estado, todo con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Pero si empezamos a endeudarnos para enjugar gastos corrientes, vamos a caminar por una vereda muy angosta. Este es el panorama que se presenta ante la idea del Gobierno de tomar una deuda de US$ 100 millones para amortiguar el impacto producido por el incremento en el precio de los combustibles. Los ministros involucrados en esta iniciativa aseguran que la misma apunta a suavizar el mercado pero sin intervenir en la fijación de precios.
La constitución del fondo y sus mecanismos de aplicación componen un mecanismo tan complejo que es imposible no dudar de su eficiencia. Está probado que los subsidios manejados por el Estado son casi siempre una canilla libre para la corrupción y el gasto sin sentido, tal como ha ocurrido con las transferencias a pescadores, comerciantes de frontera y demás.
Está a consideración del Congreso un proyecto de ley para crear otro fondo de estabilización, en este caso, del precio de alimentos, que se pretende financiar con parte de lo recaudado por impuestos al tabaco, las bebidas alcohólicas, los juegos de azar y las incautaciones al narcotráfico. Esta fuente de recursos es más razonable que la asignada al fondo de los combustibles y apunta a un objetivo más loable que es el abaratamiento de la canasta familiar de alimentos para los sectores económicamente más vulnerables.
Ya tenemos el Fonacide, cuya eficacia en potenciar la calidad de la educación y de la investigación está muy cuestionada. También se estudia en el Congreso el Fonacipe, en teoría destinado exclusivamente al financiamiento de gastos de inversión y estabilización económica a cargo del Estado. Y ahora se suma el Fondecpy para calmar el precio de los combustibles y quizá también el Fonacepa para domar la estampida de precios de los alimentos.
Demasiados fondos para recursos tan limitados, dentro de un Estado que gasta dos de cada tres guaraníes que recauda en pagar salarios.
Y ya queda dicho: financiar gastos corrientes con créditos es garantía de quiebra.
Eso no se hace.