Sin duda alguna, el 2021 resultó un año bastante complejo, ya que, debido a la crisis sanitaria que desató el Covid-19, miles de paraguayos se encontraron en algún punto frente a un hospital para esperar noticias sobre aquel familiar que peleaba por su vida en alguna cama o pasillo de algún centro asistencial.
En medio de la desesperación y la angustia, el joven Ignacio “Nacho” Masulli y su familia optaron por no quedarse de brazos cruzados y, durante más de seis meses, brindaron platos de comida a familiares de pacientes con Covid-19 en más de 15 hospitales, a partir de las donaciones y la colaboración de cientos de voluntarios.
“Fue una experiencia única y pasamos de todo en el proceso. Hubo un montón de días difíciles. Como familia también nos tocó pasar en estos dos años por la situación del Covid-19, ya que la pareja de mi mamá estuvo enferma. Eso, en parte, nos ayudó a empatizar con esas familias que estaban pasando mal y nos llevó a impulsar después el movimiento”, comentó el joven.
En este sentido, Nacho recordó que con la ayuda de una gran red de voluntarios alcanzaron a entregar unos 3.500 platos de comida a diversos centros asistenciales.
“Durante mucho tiempo mantuvimos un promedio diario de 2.000 platos entre desayuno, almuerzo, merienda y cena en más de 15 hospitales, de manera fija. Entregamos platos de comida hasta que estuvo la última persona afuera de un hospital por un familiar internado”, expresó.
Ante el riesgo de un repunte de casos de Covid-19, el joven espera que el virus encuentre a un Paraguay mejor preparado para hacerle frente a los desafíos de la crisis sanitaria.
“Si esto llega a repuntar, espero que como país estemos mejor preparados, tratar de que ya no falten camas para personas y que no falten medicamentos. Al fin y al cabo, eso es lo más importante de todos. No está en nuestro control las variantes, pero sí está en nuestro poder prepararnos para esto y hacer bien las cosas”, afirmó.
Sueños y metas
Ignacio “Nacho” Masulli, de 19 años, sueña desde pequeño con la idea de convertirse en un jugador de fútbol profesional. De hecho, el joven juega en las reservas del Club Sol de América.
Con el movimiento solidario que tendió una mano a los familiares de pacientes con Covid-19, en el que coordinó una red de voluntarios, Nacho vivió una experiencia que le “llenó el corazón” y que no olvidará “jamás”.
“Mi sueño, desde chico, siempre fue ser futbolista. Sigo dedicándome al fútbol, pero sin lugar a dudas esta experiencia cambió mi vida esto. No hizo que tome un rumbo diferente, pero me dejó algo que jamás voy a olvidar: el cariño de la gente”, finalizó.