Que alguien te saluda a lo lejos, pero no puedes reconocerlo debe ser algo que
te haya pasado varias veces. Aunque no recordar a las personas pueda ser algo
normal en más de una ocasión, si la situación es llevada al extremo se convierte
en la preocupante enfermedad de la “prosopagnosia” o la ceguera facial.
Una situación algo repetitiva consiste en olvidar o no reconocer a las personas una vez que se presentan para saludarte cordialmente. Alguien que viene a lo lejos se acerca poco a poco a vos y aunque deberías reconocerlo, no se te ocurre ninguna idea de dónde conociste a esa persona.
Expectante a una característica vaga que te brinde mayor información, para recordar de dónde conocés a tu interlocutor, te quedas conversando con él, pero de igual forma no te viene ninguna idea reconocida en la cabeza. Aunque posteriormente las cosas puedan normalizarse y ya no resulte complicado reconocer a una persona, existen casos más graves en los cuales alguien no puede reconocer en lo absoluto a quien se encuentre a su alrededor, incluido a sus familiares o amigos.
A esa afección se le denomina prosopagnosia, mejor conocida como ceguera facial, y puede ser congénita y adquirida, originada tras algún accidente en el cerebro. En ambos casos a la persona le resulta imposible reconocer a alguien más, incluso si lo conoce hace años.
Así también, si llega a conversar con una persona y se la cruza 15 minutos después por la calle, no sabrá que es el mismo individuo al que acaba de conocer y probablemente pase de largo, sin decir nada más.
EL CEREBRO
Según Roberta Daini, profesora de neuropsicología en la Universidad de Milano-Bicocca, las personas regularmente subestiman lo difícil que es para el cerebro percibir un objeto, animal o persona debido a que es un mecanismo ocurrido de manera ininterrumpida. Para la profesional, al abrir los ojos reconocemos cosas y al tener esto en cuenta se podría pensar que la percepción es un proceso simple, pero en realidad es muy complejo.
El campo del reconocimiento específico, de acuerdo a las declaraciones de Daini, puede llegar a definirse como un proceso “holístico, global y configuracional”. En otras palabras, los rostros son tan similares que solo podemos distinguirlos analizando sus diferencias: color de ojos o la forma de los labios.
En contrapartida, para la neuropsicología, a las personas que casi nunca olvidan un rostro se les denomina “súper reconocedores”, mientras que el otro extremo se desenvuelve como una condición.
Uno de los problemas más comunes que reportan las personas con ceguera facial es tener dificultades para identificar a alguien a quien no ven a menudo o que se encuentra en un entorno diferente del acostumbrado. Por otra parte, cuando el problema se vuelve significativamente notorio, las personas tienen dificultades para reconocer a sus seres queridos o incluso a sí mismas en un espejo.
Es posible que no puedan ver una película, dado que pierden rápidamente la noción de quiénes son los personajes. Para la BBC, el doctor Ashok Jansari, experto en el trastorno y lector en Neuropsicología Cognitiva de la Facultad de Psicología de la Universidad de East London, expresó que poseer esta condición luego de un accidente es extremadamente raro, pues el tipo de daño que debe ocurrir en el cerebro es muy específico para ya no reconocer los rostros de las personas.
En ese sentido, ¿qué será peor: olvidar de manera repentina cómo se ve una persona luego de un accidente o no reconocer en lo absoluto su aspecto desde que naciste? En ambos escenarios las cosas se desenvuelven de manera complicada. No obstante, en Vice recomendaron algunos aspectos que se pueden tener en cuenta para reconocer mínimamente a una persona, cuando sus particularidades faciales te resulten imposibles de recordar, podés fijarte en características muy específicas como su ropa, su cabello y otros aspectos similares.