“…acá las horas no pasan. El sentimiento de culpa te persigue una y otra vez, y el no poder ver a tus hijos crecer no te deja dormir en las noches. No se lo que me espera cuando esté afuera, pero las miradas acusadoras y el rechazo donde esté, serán un castigo…”
La vida de un recluso, sin dudas, está marcada por el deseo de libertad y las diferentes situaciones de frustración. La cárcel puede desarrollar una cadena de reacciones y distorsiones afectivas, cognitivas, emociones y perceptivas, todo eso provocado por la tensión emocional dentro del ambiente penitenciario.
La psicóloga Jimena Delgado dio a conocer cuáles son los efectos psicológicos del encierro, el modo en el que afecta a la mente de los reclusos y cómo hacer para cambiar esta situación y lograr una mejor inclusión social en el país.
“Las consecuencias en la salud mental pueden llegar al estar separados de sus familias, sin sus vínculos afectivos, amigos, al no tener contacto con la sociedad, también depende si están en un lugar oscuro o no, todo eso te pone en contacto con tu historia pasada, despierta pensamientos que antes no se tenían”, afirmó la especialista.
Agregó que las huellas psicológicas también dependen del tipo de cárcel que sea, en Paraguay hay escasez de espacios donde se puedan ayudar al individuo a ir trabajando para salir al mundo exterior y ser alguien en la vida.
“Existen muy pocas campañas en las cárceles. En Tacumbú sabemos que entras y es difícil que salgas con herramientas suficientes para enfrentarse a la sociedad”, señaló Delgado.
En estos casos, la profesional actúa trabajando desde la terapia psicoanalista, que el ex recluso hable de lo que vivió durante el encierro, así como de las causas por las que llegó ahí, si fue por drogas, asesinato, robo u otros.
“Se trata del hecho de que hable y ponga en palabra lo que pasó durante esos años encarcelado. La cárcel de por sí es algo traumático y esa persona necesita estar contenido por alguien que le escuche, que le brinde herramientas en ciertas situaciones donde se ponga muy ansioso, y pueda sobrellevar eso, que ayude a que trabaje en él mismo y no vuelva a cometer el delito”, apuntó.
Por lo general no son escuchados, nadie les da un espacio, a decir de la psicóloga, les tratan en la mayoría de los casos como personas delictivas que no tienen nada positivo que aportar, sin futuro y el hecho de tener cerca a un profesional que crea en ellos, que piense que pueden cambiar y darle un giro a su vida, es muy importante.
“El tratamiento también depende de la estructura mental de la persona. Algunas pueden tener un tipo de trastorno psicopático que no les hace experimentar culpa y esto es muy grave, por eso hay que ir trabajando poco a poco para que sientan culpa por el delito cometido y se puedan poner empáticos y se conecten con sus sentimientos”.
Además, generalmente hay que romper la coraza de fortaleza con la que se muestran y acompañarles en el proceso de incursión en la sociedad.
Acá te va una lista de los efectos psicológicos que puede dejar la prisión:
Ansiedad: dependiendo de las circunstancias del encarcelamiento y de la personalidad del recluso.
Pérdida de intimidad: por la convivencia forzada con otros internos y eso se agrava cuando el ambiente es violento y la vida está en juego.
Baja autoestima: por defraudar la imagen que uno tenía de sí mismo.
Ausencia de expectativas: son muy pocas más allá de ser libre. El recluso está condicionado por la idea de recuperar el tiempo perdido.
Cabe resaltar que no es suficiente que se hagan propuestas generales para abordar el tema, se tiene que tener un plan individualizado con cada persona, ya que tienen diferentes personalidades y necesidades.