El turismo verde en el Paraguay seduce cada vez a más viajeros
Todos los países tienen naturaleza, de una forma o de otra. Algunos en versión extrema -fríos polares, desiertos calcinantes, estepas interminables- y otros en formatos más amigables. Entre estos últimos está el Paraguay. Desde comienzos del siglo XX, muchos viajeros recogieron experiencias en lo que luego describirían como selvas impenetrables, naturaleza salvaje, habitantes amistosos y hospitalarios. Los inmigrantes europeos asentados en San Bernardino e Itapúa desarrollaron los primeros hoteles que invitaban a disfrutar de la naturaleza en un entorno amigable, con buen alojamiento, cocina y distracciones. Y desde hace un par de décadas se empezó a imponer el denominado “turismo rural” que es como mudanza de la hotelería tradicional hacia el hostal que enfatiza las actividades disfrutables al aire libre, como oferta disruptiva respecto a la hotelería urbana que transcurre más que nada en recintos cerrados con una alta concentración de servicios, cocina, compras y esparcimiento.
La pandemia vino a plantear una suerte de reformulación del turismo como ocio programado.
Decíamos al comienzo que todos los países tienen naturaleza pero son pocos los que ofrecen 365 días al año de temperaturas templadas, con muchos destinos de agua aprovechables, abundante vegetación en el horizonte y todo tipo de actividades vinculadas a la cria de animales, los cultivos productivos y alimenticios y también los ornamentales. Paraguay ofrece mucho de esto último sin necesidad de recorrer grandes distancias, con precios accesibles y una inventiva que va en aumento en cuanto a la oferta esperando captar expectativas provenientes de prácticamente todo el planeta.
El turismo de estancias se esparce notablemente. Y no es cualquier cosa improvisada. Hay sitios que presentan un grado de integración de actividades al aire libre (cabalgatas, rodeos, manejo de magníficos animales de cría de varias especies, etc.) con una verdadera travesía gastronómica con propuestas no solo tradicionales del país sino de alta cocina internacional. Las rutinas diarias bajan al mínimo la permanencia en espacios cerrados y llevan al turista a disfrutar de aire libre en contacto con lo más pintoresco de la vida rural.
En muchos aspectos, la economía muestra claros repuntes. El turismo rural va a ser, sin duda, un gran protagonista.