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Cuba: disparos (y silencios) contra la democracia

La miseria moral del socialismo revolucionario no tiene límites. Cuba ha sido el escenario del último capítulo del fraude ideológico y humano que encierra el ideal socialista. Realmente ha sido infame el silencio de los líderes y ciudadanos socialistas de casi todo el mundo ante los disparos de la policía cubana a los ciudadanos que pedían democracia. Que una dictadura despliegue su escuadrón especializado en represión ciudadana -los “boinas negras” en Cuba- y que, antes o después, alguno de sus miembros dispare a la muchedumbre que se manifiesta para derrocar el régimen, entra dentro del guion previsible y lógico de la historia humana. Pero que guarden silencio los que se presentan ante el mundo como los defensores de la democracia y los derechos civiles, que en otras oportunidades han celebrado la violencia en contextos mucho menos dramáticos a los que se viven día a día en Cuba, sólo entra dentro de la indecencia, la infamia, el fraude y la deshonra.

Los que tienen memoria no olvidan la facilidad con que los líderes y ciudadanos socialistas se lanzaron a la calle a protestar violentamente contra las injusticias del Estado capitalista, precisamente en los países gobernados por partidos de ideología liberal-conservadora de “derechas”. Quienes recuerdan, no pueden olvidar las brutales imágenes presenciadas en Chile, Colombia, Ecuador, entre otros países latinoamericanos, de ciudadanos protestando contra las injusticias sociales. Una violencia que era justificada por muchos socialistas con el pretexto (falaz) de que era el único camino para revertir el poder de unos gobiernos conservadores al servicio de la corrupción, de las oligarquías y de los intereses de los principales grupos económicos.

Pero la mentira –y la hipocresía, que es una de sus frecuentes manifestaciones- tiene patas muy cortas. El silencio de gran parte de los gobiernos, líderes y ciudadanos socialistas ante las impactantes protestas producidas en Cuba en las últimas horas ha mostrado la verdadera cara del socialismo revolucionario: la ausencia total de límite moral. Cuando ellos están en el poder (y en la oposición), todo está permitido, incluso la dictadura más longeva y brutal vivida en América Latina y también, como hemos visto en las últimas horas, disparar a sangre fría contra los ciudadanos que piden libertad y democracia. Hay silencios muy elocuentes, que gritan el brutal fraude que es la persona –o medio de comunicación- que en ciertas ocasiones calla.

Pablo Álamo Hernández
Pablo Álamo Hernández
PhD en Economía y Empresa. Profesor internacional de la Universidad Sergio Arboleda y de la Univeridad de Columbia del Paraguay

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