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Arderán con nosotros

“Si nosotros ardemos, ustedes arderán con nosotros” fue el grito de guerra de Katniss Everdeen en Sinsajo, parte de la saga de Los Juegos del Hambre.

El Gobierno ha convertido a nuestro país en un gran escenario de juegos de hambre y de salud donde, al igual que en los libros de Suzanne Collins, el pueblo termina dando una lección a los gobernantes que, a pesar de tanta crueldad impartida por los mandatarios, la gente salir adelante con solidaridad y resistencia.

Solidaridad y resistencia, redundo porque resume lo vivido, no solamente desde hace un año con el desembarco del coronavirus en nuestro país, sino con las emociones transmitidas en diferentes puntos del país durante el fin de semana. El ahora exministro Petta hace unos días ironizaba sobre el paro docente diciendo “¿Por qué no se manifiestan un día feriado?”. El Universo es muy caprichoso, ya que el domingo, manifestantes colocaron su cabeza en la punta de una lanza, como símbolo de victoria. Una persona tan limitada que, obnubilada por su aparente poder, dañó tanto y de manera tan dolorosa a la ya golpeada educación paraguaya.

La cobardía de ni siquiera atreverse a realizar una transmisión en vivo, de enviar cuervos con mensajes atados a informar, de cortar cabezas con cuchillos de palo y de mantener en velo a una población enardecida y sedienta por más de 48 horas son claras señales de la acefalía de nuestro país, donde tenemos a un niñato malcriado que cree que le pertenecen nuestras vidas y nuestra dignidad, porque sus antepasados ya lo tomaron todo sin permiso. En democracia es fundamental el ejercicio de tener una cara con quién conversar y a quién reclamar, pero nuestro representante claramente no tiene el carácter que se necesita para afrontar que no tiene ni la más pálida idea de justificar el préstamo multimillonario que solicitó para sortear la pandemia y que únicamente sirvió para demostrar que las licitaciones son a medida, que siempre hay una mejor manera de ser ineficientes y que el pueblo no está en la lista de prioridades. 

Los cambios en el gabinete presidencial no van a ser los más aptos y mucho menos los esperados. Entonces ¿para qué marchar? La respuesta es hermosa y evidente: marchamos porque somos pueblo que sueña, pueblo que construye, pueblo que se levanta y camina, además de ser un pueblo que está aprendiendo a enviar mensajes: “Si nosotros ardemos, ellos arderán con nosotros”

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