Desde hace muchos años, se viene hablando del sistema de transporte para los trabajadores que ingresan diariamente a la Capital, desde las ciudades dormitorios ubicadas en Asunción Metropolitana.
Con solo elevar la vista al cielo, podemos comprobar que Asunción crece para arriba en los barrios residenciales y sus calles están atiborradas de vehículos nuevos y usados. Entre baches y saturación vial hacen la combinación perfecta, para garantizar que el dolor de cabeza de cada día, cuando usted amigo, amiga, se levanta con la mejor onda para ir a su trabajo y llega con una cara, como si hubiera atravesado Kosovo en pleno bombardeo.
La Cámara de Distribuidores de Automotores y Maquinarias registró el ingreso de 23.479 vehículos livianos y camiones nuevos, lo cual representa una reducción del 23,6% respecto al 2019, cuando fueron importadas más de 30.700 unidades. Victor Servín, vicepresidente de CADAM, manifestó que durante 2019 ingresaron 60.000 autos usados, lo que hace un total de casi 100.000 vehículos para ese año.
Resulta difícil ubicar estadísticas del número de motocicletas que se venden por año. Cuando uno investiga el tema, aparecen innumerables páginas de accidentes, discapacitados y fallecidos, pero no hay un registro cierto del número de biciclos circulando.
Cada cierto tiempo es noticia en los medios el precario transporte público (disculpen la corrección: son empresas privadas) y sus consecuencias de mayores gastos, dificultades para acceder al trabajo y los costos de horas que se pierden en este peregrinar ciudadano, entre las frecuencias inciertas de los buses, el precario mantenimiento y hasta la incertidumbre de las paradas. Luego, la “parada arbolito” (lugar donde usted levanta la mano) va superando las débiles e ineficientes políticas municipales. Al final, cada uno para donde quiere, puede, o bien pasa de largo.
Otra costumbre que intenta mantener el entusiasmo del ciudadano de a pie, son los distintos préstamos que se realizan a los dueños de las empresas de transporte, para mejorar su flota y prestar un servicio limpio y regular. El dinero sale, aparecen algunas unidades nuevas y luego de un tiempo vuelven a circular las viejas chatarras, total, el CONTROL ES EL PERSONAJE MAS AUSENTE de la gestión pública, sea municipal o nacional.
Como el caos crece año a año, surge la luminosa idea del Metrobus, que traerá la gran solución para desplazarse cómodamente y en forma rápida. Resultado: COLOSAL ESTAFA QUE TERMINA EN LA NADA.
Estas líneas por supuesto no son escritas desde el asiento del transporte de cada día, pero a la altura de este breve relato, usted, amable lector se siente hastiado y estafado en su buena fe, porque conoce de memoria este rosario de promesas, letanías y ruegos al altísimo, como si éste fuera a resolver la inútil capacidad de gestión demostrada, gobierno tras gobierno.
Pensemos ahora en el que sufre el calvario día a día y tiene una tentación motorizada a bajo precio. Compra una moto con amplias facilidades y mejora su desplazamiento en un 60 /70 % en el tiempo empleado. El cálculo es simple, la relación ventajosa y el resultado final muy doloroso.
¿Por qué doloroso? Porque las estadísticas me eximen de cualquier comentario amarillista o que busque el morbo de aquellos que se detienen a ver el accidente cotidiano. En Paraguay, la principal causa de muerte de las personas de 19 a 35 años no está́ relacionada a enfermedades, sino a los accidentes de tránsito. Según los datos de la OMS correspondientes al 2016 –publicados en diciembre del 2018–, Paraguay es el sexto país a nivel regional con más fallecidos a causa de los siniestros viales, con una tasa de 22,7 muertes por cada 100.000 habitantes.
En la región somos el segundo país por muerte de motociclistas y el octavo en el mundo por la misma causa y los registros indican 11,7 motoristas muertos por cada 100.000 habitantes.
En la foto, usted puede observar el número de motocicletas de albañiles, carpinteros, plomeros y personal asalariado. Son los que descubrieron que llegan más rápido a su trabajo con este medio de transporte. En tiempos de pandemia, la información circula vertiginosamente sobre la falta de camas, a punto del colapso. La causa son los accidentes viales.
En un estado ausente y con falta de políticas públicas de transporte, los sectores de menores ingresos tomaron el camino más conveniente. Olvidarse del pésimo transporte y llegar rápido al trabajo. Lo que no sospechaban en su buena fe y compromiso laboral, es que también puede ser el camino más corto al más allá.
Las estadísticas seguirán apareciendo con su cuota de terror y las autoridades seguirán expresando sus piadosos pesares. Ellos nunca circulan en moto, salvo en deportes extremos.
