Los ministros Eduardo Petta, Carla Bacigalupo, Nilda Romero Santacruz, Mario Varela, Danny Durand, están siendo investigados por mentir a la Contraloría en sus respectivas declaraciones juradas de bienes. Mentir en la declaración jurada supone posible enriquecimiento ilícito.
En un país como el nuestro, dominado por la mafia y la narcopolítica, el enriquecimiento ilícito, sea robando directamente, traficando drogas, contrabandeando a gran escala, realizando tráfico de influencias para amañar licitaciones o construyendo obras sobrefacturadas, está naturalizado. “Así nomás luego es”, es una frase recurrente. Pero el problema es mayor, aunque los medios de comunicación lo escondan. Estos politiqueros representan intereses, proyectos y negocios de poderosos intocables, multimillonarios de nuestro país y del extranjero. Es decir, detrás de estos delincuentes hay otros mayores que están impunes comprando gobiernos y medios de comunicación.
Estos funcionarios acusados son los fusibles que saltan y por su intrascendencia, se es permitido acusar. El empresariado multinacional, los sojeros, ganaderos, banqueros, siguen empotrados en sus empresas, latifundios y mansiones. Ellos tienen la responsabilidad central en esta crisis económica, moral, climática, alimentaria, financiera, intelectual, es decir, civilizatoria.
Todas estas expresiones y conductas decadentes y criminales que se reproducen hoy desde el poder, forman parte de su concepción de mundo: de la ideología del explotador, del opresor, del patrón. Y es una ideología hipócrita, de doble moral, que dice una cosa y hace otra, centrada en ganar dinero a un ritmo cada vez más acelerado, por eso no “pierde tiempo” en fomentar cultura solidaria, en reivindicar la complementariedad más que la competencia. El discurso cínico del Ministro de Hacienda sobre el Presupuesto es otra expresión de la ideología del explotador: se preocupa por el gasto en salarios, pero jamás plantea la necesidad de recaudar más eliminando la evasión de impuestos y diseñando un sistema tributario en donde paguen más los que más tienen, los que más explotan recursos y personas, como debe ser.
La ideología es el sistema de ideas que rige nuestra forma de ver el mundo y de vivirlo. Todas y todos tenemos una. La nuestra, la de los explotados y excluidos, la ideología de quienes todo producimos -la clase trabajadora- es satanizada y tergiversada permanentemente por una simple razón: si logra ser asimilada y enriquecida por las mayorías trabajadoras, los explotadores tendrán sus días contados. Como cantaba el gran músico brasileño Cazuza “mis enemigos están en el poder. Ideología, yo quiero una para vivir”.
Quienes dominan hoy son nuestros enemigos porque están acabando el mundo, nos están matando. Necesitamos una ideología que ordene nuestra realidad en pos de los intereses de las mayorías, necesitamos la ideología del explotado, de la trabajadora, una ideología para vivir.