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“Hagan lo que yo digo, pero no lo que yo hago”

Nuevamente, la arena política se llena de polvareda por un torbellino de noticias falsas en cuanto al Plan Nacional de la Niñez y Adolescencia 2020-2024 donde, grupos de personas con ojos vendados y alimentados por un teléfono cortado de mentiras y noticias falsas, pide la cabeza de la Ministra Teresa Martínez, una mujer que ha hecho acciones admirables durante toda su carrera política y social.

El arzobispo Valenzuela, en su homilía del domingo dijo “Es impresionante el tsunami que se avecina en nuestro país proveniente de las Naciones Unidas, la Unión Europea y de la Organización de los Estados Americanos, en el interés de reducir y controlar la población mundial a través de los programas de los diversos ministerios del Gobierno”.

Ni siquiera los terraplanistas tienen tantas teorías conspirativas tan absurdas. Para recordar, hace exactamente un año, Valenzuela interpelaba al Gobierno para que no se adhiriera al Acuerdo de Escazú, por tratarse de una “puerta de entrada a la legalización del aborto y otras cuestiones de género”.

El Acuerdo de Escazú es un tratado que busca garantizar el acceso a información pública en materia medioambiental. Pero Valenzuela ve aborto donde no hay, ve a las Naciones Unidas como un organismo interesado en controlar la población mundial. El mismo Valenzuela tibio que, a la hora de hablar de un sacerdote acusado de acoso sexual, se refirió al hecho como “una piedrita en el zapato”.

Que no nos confundan con el mote de “provida”, el discurso fundamentalista es pro-odio y hace un daño enorme al país.

Yo soy padre de familia, católico, pago mis impuestos, aporto a la Iglesia, genero fuentes de empleo y estoy a favor de que mis hijos tengan una Educación Sexual Integral como la planteada por Martínez, porque al parecer, lo que no sabe Valenzuela es que el 85% de los casos de abuso suceden dentro del círculo familiar. Entonces ¿dejamos solamente en manos de la familia la Educación Sexual de nuestros hijos?. Por favor, lean el Plan, no se queden con lo que dicen desde el altar o las redes sociales, si no aprendemos a razonar, no avanzamos como sociedad.

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