Entre 1945 y 1996, cuando finalmente pudo acordarse un cese de ensayos de armas nucleares, el mundo fue un gigantesco polígono de tiro en el que se hicieron detonar 2.190 artefactos de potencias que variaron de 1 kilotón (equivalente a una tonelada de dinamita) hasta 50 megatones, es decir, 50 millones de toneladas del explosivo nobeliano.
Este festival de fuego, nubes en forma de hongo y radiación dispersándose por la atmósfera fue algo más que ruido, destellos cegadores y nubes de cenizas arrollándolo todo kilómetros a la redonda. Fue también una brutal toma de contacto con la realidad de un mundo que había cambiado para siempre, ahora torturado por la energía nuclear liberada en forma de armas de destrucción masiva.
BIG BOY, FAT MAN – La primera bomba atómica que conoció la humanidad no fue ninguna de las dos que, con humor digno de mejor causa, fueron bautizadas Big Boy (muchacho grande) y Fat Man (hombre gordo), las que, respectivamente, martirizaron a Hiroshima (6 de agosto de 1945) y Nagasaki (9 de agosto). Antes, en el sitio de pruebas de Arenas Blancas, Nuevo México, los militares del Proyecto Manhattan habían hecho estallar el dispositivo Trinity, de una potencia similar al que 20 días más tarde sería arrojado sobre Hiroshima.
A partir de allí, la carrera no se detuvo y Estados Unidos picó en punta para poseer el artefacto atómico más potente y mas fácilmente transportable. Los ensayos se produjeron en parte en la atmósfera y luego bajo tierra. Allí liberaban toda su furia explosiva dispositivos con nombres inocentes como Charlie, Dog, Uncle, Sugar, Easy, etc. Su potencia era variable, según fuera el uso que hipotéticamente se le daría a cada bomba.
El climax se alcanzó en 1954, cuando en el atolón de Enniwetok, Islas Marshall, deflagró el artefacto Mike, una bomba de hidrógeno con potencia equivalente a 10.400.000 toneladas de TNT. Poco después le siguió Bravo, de 15 megatones, en el atolón de Bikini. El episodio fue aprovechado por el ingeniero francés Louis Reard para crear el dos piezas femenino que a partir de allí se llamaría simplemente Bikini.
Para 1992, cuando se prohibieron los ensayos, EE.UU. había hecho estallar 1.131 artefactos atómicos.
LA URSS SIGUE LOS PASOS – La Unión Soviética no se quedó atrás. Para 1949, los rusos tenían tecnología nuclear suficiente para lanzarse a la carrera y alcanzar lo que luego se conocería como “fuerza disuasiva”, es decir, esgrimir ante el adversario un poder nuclear de tal magnitud que cualquier ataque sería contestado con otro de igual intensidad o mayor. Así vivió el mundo, sometido a un cotejo de fuerzas que nunca llegaron al choque porque sabían muy bien que en una guerra nuclear no habría vencedores, solo vencidos.
Los soviéticos eligieron Kazakstan, una de las repúblicas socialistas parte de la URSS, para instalar allí su polígono de tiro e iniciar las pruebas en serie destinadas a perfeccionar el armamento nuclear y abastecer así su fuerza aérea, sus escuadrones de misiles intercontinentales y su flota de submarinos estratégicos.
El primer ensayo se hizo en 1949 y el dispositivo detonado tuvo una potencia de 22 kilotones, similar a la de la bomba de Hiroshima. Su evolución fue rápida. En 1961 tuvieron listo un artefacto gigantesco, bautizado “la bomba del zar”, de una potencia de 50 megatones, 3.125 veces superior al Big Boy de la II Guerra Mundial y de 3 a 5 veces más potente que los artefactos termonucleares desarrollados por los yanquis. En 1992, la URSS acordó detener sus ensayos nucleares. Para entonces, habían probado con éxito un total de 928 dispositivos de diferentes rangos de potencia.
FRANCIA, REINO UNIDO, CHINA – Estas tres potencias también se sentaron a la mesa de los países con armas de destrucción masiva. Francia pudo ensayó en el atolón de Mururoa, Polinesia francesa, 167 bombas atómicas y para 1996 estuvo lista para armar sus submarinos nucleares y su fuerza aérea con un arsenal capaz de dotar a Francia de lo que el general Charles DeGaulle llamaba “force de frappe” o “poder de fuego” suficiente como para que se pensara dos veces antes de atacar a Francia.
Reino Unido redondeó unos 45 ensayos en las islas Montebello, Australia occidental, antes de poner punto final al desarrollo de una fuerza propia y confiar su seguridad a la OTAN. Finalmente, China entró al club nuclear en 1964 con un total de 46 pruebas de bombas nucleares en el desierto de Gobi. El ejercito rojo chino llegó a disponer de bombas termonucleares de 4 megatones aunque luego optó por fraccionar esa potencia en dispositivos más pequeños con una capacidad equivalente a 220 kilotones, suficientes para destruir cualquier blanco en cualquier parte del mundo.
MUNDO RADIACTIVO – Toda esta locura nuclear no está siendo gratuita. En Kazakstan, se estima que entre 500.000 a 1.000.000 de habitantes padecen secuelas derivadas a la exposición a radiaciones, incluidos nacimientos con malformaciones extremas.
En Utah, EE.UU., los casos de leucemia, cáncer de tiroides, melanomas y tumores cerebrales se multiplicaron a partir de los primeros ensayos en los años ’50. Aún no se termina de descubrir que efectos tuvieron las pruebas en Bikini, Mururoa y el occidente de Australia.
Son los efectos desconocidos, o silenciados durante décadas, de una guerra nuclear que nunca existió.