El aforismo dice que “la vida es una rueda ojere mbeguecatu” y sugiere que al rodar, aunque lo haga con lentitud, la rueda vuelve inexorablemente al punto inicial. Es lo que está a punto de ocurrir en Bolivia que, después de 13 años de gobierno de Evo Morales, está en posición de devolver al palacio presidencial a Carlos Mesa Gisbert, un historiador, periodista y político formado en la Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz, esta última, alma mater de varios presidentes.
Después de tres periodos consecutivos de Evo, quien va por el cuarto, los bolivianos parecen decididos a darle una nueva oportunidad a Mesa, quien en 2005 tuvo que irse del Gobierno empujado por una cadena de movilizaciones encabezadas por el líder cocalero oriundo de Oruro, en el occidente boliviano limítrofe con Chile.
Pese a su duración abreviada (2003-2005), la gestión de Mesa produjo un impacto del cual iría a aprovecharse el dirigente aymará. En 2004 ordenó un referéndum que desembocó en la recuperación de la propiedad estatal del gas, generando recursos que significaron bonanza fiscal durante algunos años. Sin embargo, la curva ascendente de ingresos en materia de regalías e impuestos directos a hidrocarburos (IDH) comenzó a caer en picada en los últimos cinco años. Eso significa menos participación de los departamentos alcanzados por esos aportes, incluidos aquellos en los que se produce gas, principalmente.
Estos fondos sustentan varios ítems en gasto social. Uno de los más importantes es la denominada Renta Dignidad, programa universal de vejez en el cual el fisco vertió, en 2018, US$ 550.000.000 en pensiones no contributivas para 1.065.000 adultos mayores de 60 años, es decir, un 100% de cobertura.
En 2017 Bolivia entró en un terreno fiscalmente peligroso, aumentando gastos y disminuyendo ingresos que casi en su totalidad, provienen de la exportación de gas y minerales diversos. Ese rumbo de colisión presupuestaria comienza a hacer ruido y a preocupar. Tal vez sea por eso que los bolivianos ya le pasaron factura a Evo que tendrá que ir a segunda vuelta electoral tras los comicios del domingo 20 pasado. Una oposición reagrupada podría llevar a Mesa a un segundo turno en la Presidencia de Bolivia.