Silenciosamente, las profesiones STEM se han instalado entre nosotros y están ocupando cada día más espacio. Son aquellas que combinan (perdón por el anglicismo) science, technology, engineering y mathematics, términos que obviamente no necesitan traducción. Y aunque parezca mentira, la irrupción de las profesiones STEM no se produce sólo en el campo de la informática, la robótica o la cibernética sino que todas esas modalidades juntas están colonizando el campo y creando nuevas formas de producir alimentos.
El mundo cambia de manera acelerada, en ciertos aspectos, para bien. La entrada al consumo de millones de personas cada año plantea la necesidad de acelerar los procesos de producción. Al existir un factor limitante irreversible –la cantidad de tierra cultivable-, la biotecnología está ofreciendo caminos nuevos para aumentar la productividad con semillas genéticamente modificadas, resistentes a enfermedades, al estrés hídrico y a los shocks de temperatura. Este capítulo ha generado toda una nueva bandeja de especialidades inexistentes el siglo pasado. También se han desarrollado nuevas técnicas de cultivo que combinan la robótica con guías GPS y la incorporación de sensores digitales. Eso permite al tractor, a la sembradora y a la cosechadora extremar su eficiencia con ahorro de combustible, fertilizantes, defensivos agrícolas y semillas, factores que trabajan a favor de los costos y hacen cada vez más accesibles y abundantes los alimentos producidos con toda esa convergencia digital. Fabricar, instalar, operar y mantener toda esa parafernalia tecnológica está dando lugar a nuevas profesiones y oficios.
Como casi toda la tierra cultivable ya está (bien o mal) ocupada, surgen soluciones drásticas que superan la barrera del espacio. Son las “granjas verticales” (en inglés, farmscrapers), verdaderos rascacielos para el cultivo de géneros de consumo diario como tomate, lechuga, col, etc. Es fácil imaginar la cantidad de tecnología y de programación informática que requerirá esta nueva forma de cultivar comida en las grandes concentraciones urbanas.
Las STEM no son profesiones esencialmente nuevas. Son un derivado de otras ya existentes pero que van adaptándose a un mundo que en 2050 tendrá 3.000 millones más de habitantes.
A prepararse ya ahora, porque habrá mucho que hacer para entonces.