Como ya es sabido desde los tiempos de Hugo Chávez, Venezuela experimenta un secuestro del Estado por parte de varios grupos criminales chavistas en asociación con factores externos como Cuba y hoy Rusia, China e Irán, bajo un esquema ideológico neocomunista, que se mantiene con su delfín Maduro.
La semana pasada, sin ningún tipo de desparpajo o estupor, Jorge Rodríguez el Ministro de Comunicación de Maduro anunció un “indulto” a 110 presos políticos. En realidad, se trató de una liberación de secuestrados, casi todos en su mayoría Diputados o vinculados a los partidos políticos opositores. En cambio, los estudiantes, los militares y policías continuaron tras las rejas.
La clave aquí no se trata, de las negociaciones previas para tal liberación, que ya todos sabemos se trató de la supuesta traición de Henrique Capriles de Primero Justicia para con la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y su gobierno, el Pdte. Interino Juan Guaidó. Traición, que de ser cierta, Guidó automáticamente hubiera destituido a todos sus Ministros y Embajadores de dicha tolda, pero no ocurrió. Simple, el divorcio entre Guaidó y Capriles es falso, se trata de una agenda de cohabitación de la MUD con la narco-tiranía-neocomunista.
La gran pregunta ahora es ¿qué sigue? En lo inmediato, la farsa electoral de diciembre se materializará sin mayores novedades, los buitres chavistas como Henry Falcón y su clan más factores de la MUD están listos para legitimar el fraude a cambio de unas monedas y mínimas cuotas de poder bajo el aparente liderazgo de Capriles, pero que tras bastidores tiene como cerebro de la operación al veterano Henry Ramos.
Del otro extremo del péndulo, quedará un grupo minoritario con Juan Guaidó a la cabeza, cuyo gobierno fenecerá toda vez se juramente la nueva Asamblea Nacional. También una valiente María Corina Machado, encarnando la verdadera lucha contra el régimen, pero altamente limitada y cercada en su accionar político por el régimen.
Entonces el 2021 será un año aún más fatídico para los venezolanos, pues, será un año donde el régimen deberá enfrentar dos destinos según los vientos de la Casa Blanca, si gana Biden, seguro habrá un acercamiento que le dará oxígeno al régimen, pero si gana Trump las sanciones se mantendrán y el cerco al narcotráfico será más poderoso.
Finalmente, más tarde o más temprano, con o sin Trump en la Casa Blanca, la otrora próspera Venezuela profundizará su crisis actual, la pobreza y la hambruna serán tal que los bandas armados del chavismo disidente disputarán con las factores criminales chavistas las pocas fuentes de riqueza existentes del país, con lo cual, el país experimentará una explosión incontrolable de violencia y fragmentación territorial cuyo control de las zonas alternará entre los de grupos criminales chavistas y disidentes.